Dispersión territorial, paisaje y ciudad construida: objetivos y retos de la planificación urbana
Ciudades 7, 2002-2003
ARTICULOS
Ignacio SAN MARTÍN
The difficult path of sustainability: conflicting ideologies on the production of urban space
Joaquín ROMANO VELASCO
Desarrollo sostenible y paisaje
Luis SANTOS Y GANGES
Las nociones de paisaje y sus implicaciones en la ordenación
Manuel RIBAS Y PIERA
Paisaje y ciudad
Antonio FONT
La renovación del planeamiento urbanístico
Guiseppe CAMPOS VENUTI
El nuevo plan de Roma y las alternarivas del urbanismo italiano
Federico OLIVA
El plan urbanístico como consolidación del modelo de la renta
Eduardo LEIRA y Luis CALVO
Avilés ante un nuevo futuro
Alfonso ÁLVAREZ MORA
Ideas para Comillas. Para la protección y ordenación de la villa y su entorno
A. FERNÁNDEZ DE LA REGUERA
Ordenación del frente litoral de la Albufera. Sector Dehesa del El Saler, Valencia
Juan Luis de las RIVAS SANZ
La vigencia del plan a través de su variante territorial
PLANIFICACIÓN URBANA Y PAISAJE:
SELECCIÓN DE TEXTOS AMERICANOS ENTRE MEDIADOS DE LOS SIGLOS XIX Y XX
Marina JIMÉNEZ (ed.)
Presentación
A. J. DOWNING
Our country villages
F. L. OLMSTED
Public parks and the enlargement of towns
D. H. BURHAM y E. H. BENNET
Plan of Chicago
L. MUMFORD
Regions to live in
R. MOSES
The spreading city
El campo de conocimiento del Urbanismo, disciplinarmente hablando, se debate, en estos momentos, entre dos líneas fundamentales de trabajo. Por un lado, aquella que se recrea en temas de índole Paisajístico-Territorial, estrechamente vinculados con las teorías más recientes sobre la Sustentabilidad. Por otro lado, nos encontramos con la disciplina específica del Urbanismo que trata de extenderse y de superarse, metodológicamente, más allá de sus originales principios decimonónicos. Es en este sentido en el que podemos decir que muchas de las cuestiones que está asumiendo, en la actualidad, la disciplina del Urbanismo proceden de su encuentro dialéctico con las contradicciones que se manifiestan del uso y abuso al que están siendo sometidos ámbitos paisajístico-territoriales de los que se piensa que no tienen porqué ser sometidos ni implicados, necesariamente, en desarrollos urbanos concretos.
No olvidemos, tampoco, que desde su origen, aunque al principio muy tímidamente, el Urbanismo pretendía responsabilizarse y hacerse cargo no sólo de la Ordenación de los espacios urbanos propiamente dichos, de aquellos que estaban más implicados con problemas derivados de las transformaciones internas de la ciudad, de su crecimiento, extensión y desarrollo, sino, también, de fragmentos espaciales concretos identificados con parte de su territorio circundante. Aún así, el Urbanismo se perfila, desde sus inicios, como una disciplina fundamentalmente “urbana”, es decir, comprometida con la Ordenación de los “espacios construidos”, o la aquellos que se encuentran en disposición de asumir un papel preponderante en la extensión de lo ya consolidado como urbano. El Urbanismo asumía, sobre todo, su papel como disciplina interesada por la construcción futura de la ciudad, no mostrando excesivo interés por la otra Ordenación que afectaba a territorios no específicamente urbanos, aunque tampoco eludiéndola del todo.
Su interés por “territorios no urbanos”, sin embargo, nunca dejó de estar presente entre los propósitos mostrados por el Urbanismo, aunque ello no se manifestase con la voluntad que hubiese sido necesario. Aún así, en momentos determinados, mostró su disposición para asumir, como motivo de Ordenación, específicos objetivos de índole territorial. Actitud esta que se ha ido acentuando en la medida que dichos territorios se sometían a presiones que acababan por degradarlos, haciéndoles perder su condición de “campos de cultivos”, “paisajes históricos”, “parajes”, en general, con capacidad para mostrarnos otra realidad que no fuese la exclusiva identificada con lo “urbano”.
Hoy día, siguiendo esta trayectoria, el Urbanismo está asumiendo, con todo rigor, problemas de Ordenación que afectan a territorios no específicamente urbanos, lo que quiere decir que el concepto de Ordenación Territorial está alcanzado repercusiones, hasta ahora, desconocidas. Se trata, además, de una actitud que se ha ido asumiendo en la medida en que otras disciplinas, también interesadas en temas de Ordenación Territorial, han tomado la iniciativa frente a las posiciones disciplinares, quizás más conservadoras, del Urbanismo. Pero, este ha sabido reflexionar ante esa realidad que le estaba superando, adoptando, poco a poco, aquellas otras posiciones que, sin estar plenamente integradas en el campo de la Planificación Urbana, asumían, sin embargo, cuestiones vinculadas con cuestiones muy cercanas a la Ordenación del Territorio.
Se está produciendo, en este sentido, una convergencia disciplinar entre aquellos ámbitos del conocimiento que hacen de la Ordenación de Territorio el instrumento básico al que remitirse para materializar y hacer realidad sus propuestas y conclusiones. El Urbanismo, en efecto, ha comenzado a interesarse por todas aquellas cuestiones que tienen que ver con la Ordenación y Proyecto del Paisaje; también por aquellas otras que están implicadas, en general, con los presupuestos disciplinares que se derivan de la Sustentabilidad…etc., y todo esto en la medida en que, desde la disciplina del Urbanismo, se ha comprobado que el campo de su aplicación ha cambiado; que se ha extendido más allá de los “ilimitados” ámbitos de la ciudad tradicional; que ya no basta con interpretar lo construido que se identifica con lo específicamente urbano para tratar de entender los cometidos de las Planificación; que ordenar la ciudad implica, necesariamente, intervenir en el territorio, en el paisaje, en la naturaleza creada por el hombre. La Planificación, en efecto, es cada vez menos urbana, cada vez más territorial, y ello por cuanto el concepto de ciudad, de habitar y de hábitat, está cambiando radicalmente. Ahora, como es sabido, se tiende a vivir en “ámbitos urbanos” difuminados, muy repartidos y dispersos, a lo largo y ancho de un territorio extenso. La ciudad tradicional comienza a utilizarse para otros cometidos. Cada vez es menos ciudad, cada vez es más “centro” de un inmenso territorio residencial en el que se localizan las nuevas formas de vivir íntimamente relacionadas con los nuevos equipamientos que les sirven. Estamos asistiendo, en este sentido, a la manifestación más depurada del “modelo urbano segregado”, a las ultimas consecuencias, en suma, de una “reorganización socio espacial” que siempre ha estado presente, como principio ideológico, en el proceso de construcción de la “ciudad burguesa”, también en el instrumento técnico por excelencia utilizado para proyectar y programar su desarrollo, es decir, la Planificación Urbana y Territorial.
Esta apertura del Urbanismo hacia otros saberes que toman al espacio, en general, como objeto y objetivo de sus campos disciplinares, se produce, decimos, en la medida en que comprende que sus presupuestos decimonónicos no sirven para la interpretación y entendimiento de las nuevas estrategias territoriales. Si el Urbanismo se abre hacia estos otros campos de conocimiento es porque ha entendido, desde fuera, que tiene, necesariamente, que asumirlos. La inversa, también es cierta, es decir, el hecho de que disciplinas como el Paisaje, o “saberes” como la Sustentabilidad, se aproximen al Urbanismo en la medida en que los análisis y propuestas que plantean necesitan del conocimiento, a su vez, de componentes espaciales precisas. Paisajistas, estudiosos de la Sustentabilidad, etc., en efecto, se aproximan al Urbanismo por cuanto plantean, del mismo modo, cuestiones vinculadas con la Ordenación del Territorio.
El objetivo de la Revista Ciudades, en esta ocasión, es ofrecer parte del debate que se está planteando en el marco de esa convergencia entre disciplinas que, de una u otra manera, reivindican la necesidad de hacer de la Ordenación del Territorio el instrumento técnico más adecuado para dotar de un nuevo contenido a la ya tradicional Planificación Urbana. Para ello, hemos reunido trabajos muy diversos, desde los que plantean aspectos puramente teóricos hasta aquellos que nos muestran las últimas propuestas de intervención en el Territorio de la Ciudad desde el marco concreto de la Planificación Urbana. Propuestas que, para dotarles de un alcance mas universal, hemos procurado referenciarlas en el marco de un debate entre la experiencia española y la italiana. Se trata, además, de las propuestas urbanas más novedosas que se han producido recientemente. Nos estamos refiriendo, entre otros, al último Plan de Roma, en el que ha participado, como Consultor, Campos Venuti, al Plan de Avilés, cuyos autores son Eduardo Leira y Luis Calvo, al Plan de Milán, analizado críticamente por Federico Oliva, y a la propuesta que el Instituto Universitario de Urbanística presentó para la Ciudad de Comillas.
La temática así presentada justifica el título genérico dado, en esta ocasión, a la Revista, “Dispersión Territorial, Paisaje y Ciudad Construida: Objetivos y Retos de la Planificación Urbana “, título con el que se desea indicar, al mismo tiempo, el contenido y la apertura hacia nuevas propuestas en el campo específico de la Ordenación del Territorio de lo Urbano.
Valladolid, junio de 2003
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