La ciudad latinoamericana: más allá de la cuadrícula
Ciudades 9, 2005-2006
TEXTOS
Héctor FLORIANI
Planificación estratégica y dimensión metropolitana: El caso Rosario
Roberto FERNÁNDEZ
Ciudades americanas, ausencia de modernidad y apogeo de la Postplanificación
Juan Luis PIÑÓN
Diez observaciones sobre la ciudad americana
Emilio PRADILLA COBOS
Zona metropolitana del Valle de México: megaciudad sin proyecto
Carlos Alberto TORRES TOVAR
Bogotá: simultaneidad de transformaciones y contrastes urbanos
Mauricio MAZONI
Santa Cruz de la Sierra, una ciudad que busca su espacio
Carlos Francisco VALVERDE DÍAZ DE LEÓN
Puebla: el más allá de la retícula, más acá en la pobreza
Daniel WONG CHAUVET
Del caos al orden. Guayaquil y su desarrollo urbano actual
Haber reunido, en esta ocasión, los artículos que presentamos, no ha sido tarea fácil. Planteamos esta cuestión ya que la dificultad que hemos vivido, a la hora de inmiscuirnos en ambientes intelectuales, también profesionales, interesados, todos ellos, por el estudio de la ciudad americana, por entender sus contradicciones, por atreverse, en suma, a plantear alternativas que conduzcan su desarrollo constructivo, toda esta aventura, decimos, no sólo no ha estado ausente de contratiempos, sino que, ella misma, explica, por sí sola, esas dificultades, en las que se mueve el encuentro, dicho esto en términos generales, entre la sociedad americana y el medio espacial en el que se desenvuelve. Dificultades que se han manifestado, por ejemplo, en diversas tentativas fallidas para poner en marcha la edición del número que hoy presentamos de la revista “Ciudades”. No sólo nos hemos encontrado con resistencias, por parte de los “estudiosos” de la ciudad y del territorio, para emprender trabajos que aclarasen las contradicciones expresadas en el marco de realidades espaciales vividas, sino, lo que es más importante, aquellas otras que impedían el encuentro con hipotéticas posiciones intelectuales con capacidad para contextualizar la denuncia de dicha realidad en un marco que supere lo estrictamente arquitectónico o, como mal menor, lo “urbanístico”, teniendo en cuenta, además, que el entendimiento de esta disciplina se suele expresar, habitualmente, como campo de experimentación del llamado “proyecto urbano”. Al final, sin embargo, hemos conseguido lo que deseábamos.
Los artículos finalmente reunidos y presentados reúnen lo que buscábamos, resultando interesantes, sobre todo, por la manera tan diferente que se observa en los modos y formas de abordar el estudio de la ciudad con respecto a lo que nos encontramos para el caso europeo. Pero, lo más interesante de todo es que estas diferencias de puntos de vista, con respecto a cómo abordar el estudio de la ciudad americana, las encontramos tanto en los autores americanos como en los europeos, lo que nos delata, al menos, una cuestión: Que es el objeto de estudio, y no tanto el punto de vista desde el que se observa, el que condiciona el recorrido analítico emprendido.
Son tan diferentes los problemas que afectan a la Ciudad Americana, con respecto a aquellos que se presentan en la Ciudad Europea, que implican la adopción necesaria de posiciones específicas y concretas a la hora de abordar su estudio, actitud esta que debemos comprender a pesar de que, en una primera aproximación, parezca extraña a nuestros métodos de análisis. Estos estudios, en una palabra, están más implicados en cuestiones sociales, económicas y políticas, y menos en aquellas otras de tipo espacial, en los “espacios próximos”, frente a los estudios europeos donde priman, cada vez más, presupuestos estético-monumentales con los que se pretende desmontar los rigores históricos de la disciplina del Urbanismo.
Parece, en este sentido, como si todo estuviese hecho en Europa, y todo por hacer en América, como si las grandes contradicciones urbano- territoriales sólo se expresasen en geografías americanas. Todo se piensa, en América, desde posiciones sociales, económicas y políticas, la ciudad y el territorio también, mientras en Europa damos por superados planteamientos semejantes, convencidos, como lo estamos, de que nuestro “nivel democrático” alcanzado nos permite perfeccionar, no cambiar ni cuestionar, construcciones sociales en el marco del “bienestar” ya adquirido. Diferentes posiciones que se manifiestan, en el plano científico, en maneras, también diferentes de afrontar, decimos, estudios sobre la ciudad y el territorio.
Son diferencias, sin embargo, que nos permiten argumentar que es, precisamente, en tierras americanas, y por esa forma de abordar, desde presupuesto sociales, económicos y políticos, las grandes contradicciones territoriales, donde todavía nos es permitido pensar que la realidad territorial se está observando en términos justos y rigurosos. Pensar “ciudad”, en efecto, es algo que no puede desprenderse de la realidad social, es decir, de la pobreza, de la exclusión, de la falta de oportunidades, de la esclavitud….etc. La “ciudad”, por aquellas latitudes, no es tanto un artefacto físico con el que nos permitimos el lujo de experimentar, remodelar, proyectar, de apropiárnosla como territorio con el que emprendemos operaciones emanadas del “gusto” que expresan los artistas de turno, sino el espacio donde se manifiestan las miserias humanas, tanto las que se esconden tras las “murallas” que no dejan ver los lujos que distinguen a un “fraccionamiento” de clase, como las que, abiertamente, inundan la ciudad, haciendo del “espacio público” el marco de sus reivindicaciones con sólo su presencia, con mostrarse tal como son, ocupando y consumiendo los restos esparcidos del banquete que otros han disfrutado.
La lección, en suma, que nos transmiten los estudiosos americanos, es esa constatación, esa confirmación obligada, profundamente dormida en el contexto europeo, de que la ciudad existe, que es en el marco del “espacio urbano”, también territorial, donde se muestran, con más crudeza, las grandes contradicciones que se manifiestan en contundentes desigualdades, en inaceptables situaciones injustas, en dramáticas faltas de oportunidades. Y lo más preocupante de todo esto es que se está dando una peligrosa relación entre ese “ignorar la ciudad”, en considerarla, cada vez más, como campo de experimentación de la arquitectura, sobre todo de la “monumental”, y la acumulación, en dicho marco, de grandes contradicciones socioespaciales que tienen su origen, entre otros, en el abandono de la “gestión territorial” en manos de intereses enraizados con el beneficio privado.
Valladolid, mayo de 2006
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