El municipio de Ponferrada, con 238 km2 de extensión, es complejo ya que incluye el núcleo urbano y numerosas entidades menores dependientes, que el PGOU ordena: S. Andrés de Montejos, Columbrianos, Compostilla, Fuentes Nuevas, Dehesas, Lago, Canal, S. Lorenzo, Campo, Otero, Bárcena del Bierzo, Toral de Merayo, Peñalba de Santiago y Sto. Tomás de las Ollas…componiendo un conjunto territorial heterogéneo y fragmentado, consecuencia de los condicionantes del medio físico y del poblamiento, que han forzado un modelo urbano “descentralizado dependiente”, como establece la Memoria del Plan vigente. La crítica que planteaba el PGOU del 89 al “modelo centralizado” del PGOU del 77 conducía a la corrección de dicho modelo con el objetivo central de acercarlo a la lógica consolidada de ocupación territorial. Se consideraba entonces que el Plan revisado tenía un enfoque “desarrollista” y el PGOU del 1989 se presentaba con una lógica de cierta contención del crecimiento urbano. Documento sobre el que se han producido en la última década toda una secuencia de Modificaciones Puntuales, pero que sigue siendo el único instrumento de Planificación General existente, definidor del modelo territorial y de la ordenación general del término municipal.
La adaptación del plan puede ser un momento de clarificación de necesidades y objetivos, de unificación de criterios para las acciones que se consideran prioritarias, de colaboración entre los diferentes niveles de la administración pública con el fin de concretar las infraestructuras de futuro en el espacio y de cooperación con el sector privado. Ponferrada puede con el plan establecer su propio perfil urbano, desarrollar un proyecto de ciudad que permita un desarrollo más competitivo a medio plazo.
Más allá de su correcta imbricación en un marco de planificación actualizado y programado -lo que debe ser el PGOU que ahora se propone adaptar-, es innegable que una importante secuencia de actuaciones recientes, públicas y privadas, está generando una relevante y positiva metamorfosis urbanística, con acciones tan importantes como la eliminación de la montaña de carbón, el desarrollo del sector de la Rosaleda, la creación de un Campus Universitario, la terminal de mercancías, la recuperación como parque público de las orillas del Sil en su entorno más urbano, además de todas las acciones urbanísticas y arquitectónicas que van recualificando y revitalizando el conjunto histórico central. Otras propuestas como el polígono industrial sobre el corredor ferroviario, el jardín botánico ligado al Campus…nos señalan también la positiva dirección de dotación urbanística de una ciudad que debe fortalecer su estratégica condición de centralidad sobre una política de cualificación urbana.
Otros aspectos que una adaptación del PGOU deberá abordar con especial precisión, dentro de una mejora técnica global de todas las piezas e instrumentos del Planeamiento General, son los referidos a cuestiones de Ordenanzas y normativas reguladoras de la edificación y la urbanización. Ponferrada es una ciudad que explicita a través de sus “heridas” en sus tejidos y espacios urbanos, carencias de regulación y control normativo en sus crecimientos y transformaciones urbanísticas, especialmente llamativas en algunas sustituciones “traumáticas” de las décadas de los 70 y 80, que el PGOU deberá tratar de corregir en lo posible y en todo caso evitar en lo sucesivo.