¿El centro en otro lugar? Centralidades urbanas, polaridades territoriales
Ciudades 16, 2013
DOSSIER MONOGRÁFICO
Lineu CASTELLO
A cidade dos centros excéntricos
Mario PARIS
De los centros urbanos consolidados a los lugares de centralidad: una propuesta metodológica para su estudio
David CABRERA MANZANO
Nuevos lugares metropolitanos de la ciudad región de Granada
Cecilia SCOPPETTA
Centralità multidimensionali e piû ampi processi di rescaling
Federico FERRARI
Bussy – Saint Geroges à Marne la Vallée, ou un urbanisme par images
Benjamín MÉNDEZ GARCÍA y Marcos ORTEGA MONTEQUÍN
Ciudad difusa y territorio: el caso del Área Central Asturiana
Francisco Sergio CAMPOS SÁNCHEZ y Francisco Javier ABARCA ÁLVAREZ
Viejas y nuevas centralidades en las ciudades medias andaluzas: evolución y estrategias urbanas
Carola HERRERA NAPOLEÓN
Crecimiento y transformación de la metrópolis de Caracas entre 1936 y 2010. La disolución de la centralidad urbana en tres tiempos
MISCELÁNEA
Pablo ELINBAUM
La interrelación entre los planes supramunicipales: nuevas estrategias metodológicas
SECCIÓN FINAL
de notas, reseñas y referencias sobre urbanismo
Beatriz GONZÁLEZ KIRCHNER
La centralidad como mercancía: explotación del capital simbólico colectivo
Juan Luis de las RIVAS SANZ
El Reseña del libro:
“Ordenar el territorio. La experiencia de Barcelona y Cataluña”
Marina JIMÉNEZ JIMÉNEZ
Resumen del libro:
“Ciudades y paisajes urbanos en el Siglo XXI”
Luis SANTOS y GANGES
Resumen del libro:
“Bâtisseurs de banlieue à Madrid. Le quartier de la Prosperidad (1860-1936)”
En el homenaje que la revista “Access” hizo a su fundador, Mel Webber1, uno de los gigantes del urbanismo del siglo XX, varios de sus colegas insistían en un rasgo de su carácter, su “escepticismo optimista”, un rasgo imprescindible de Webber para poder mantener su aspiración de fundar la planificación en un saber objetivo sin que ello significase apagar su extraordinaria visión de futuro. Como afirma Peter Hall en esta edición especial de la revista, “Mel creía en la planificación para el mundo tal y como éste es realmente, trabajando en los límites de lo posible”. Los conceptos propuestos por Webber en los años sesenta del pasado siglo, Community without Propinquity y Nonplace Urban Realm, no sólo anticiparon la conciencia de que la naturaleza y la velocidad de los nuevos sistemas de comunicación y de transporte modifican las relaciones urbanas, cuestionando el ideario clásico del lugar, sino que inauguraron en el campo de los estudios urbanos la necesidad de redefinir el propio concepto de ciudad. A la par del inmenso cambio que tuvieron las ciudades norteamericanas en los años sesenta del pasado siglo, percibido con perspicacia por Webber, surgieron problemas que siguen sin resolverse y que hoy afectan a un sin fin de áreas urbanas, más allá de su diversidad y de los límites de lo que hemos ido denominando cómodamente ciudad. Sin embargo, mientras amplios sectores de la economía contemporánea parecen haber comprendido a la perfección la reflexión de Mel Webber cuando reenfoca el interés de la planificación por el lugar hacia el concepto de conectividad, beneficiándose de la nueva realidad, la desigualdad y la pobreza siguen expresándose localmente. Porque Mel Webber tardó en ser consciente de que la desnaturalización de los lugares por efecto de las nuevas tecnologías entraría en conflicto con intentos diversos de recuperación de los mismos, tanto desde la perspectiva ecológica, donde el lugar se fortalece como principio de resistencia en defensa de un modelo urbano capaz de mayor simbiosis con la naturaleza, como desde la defensa de la cohesión territorial que busca, al menos en sus intenciones, una mayor equidad social.
Todo ello nos sirve para introducir esta edición de la revista “Ciudades” dedicada al estudio de la centralidad urbana. Un concepto -y una realidad- modificado con la accesibilidad que proporcionan hoy los nuevos sistemas de transporte y, sobre todo, con la accesibilidad generada por las nuevas tecnologías y sus redes, por sistemas de comunicación cada vez más capaces y dinámicos. Esta accesibilidad, anticipada por Webber, es la que ha hecho posible una evolución hacia el complejo de centralidades urbanas que reconocemos en el territorio y que exige un análisis detallado. Nuestra revista, dentro de sus limitaciones, aspira a fomentar un conocimiento bien fundado de lo urbano, afín en sus motivaciones al sentido optimista y escéptico de Mel Webber, siempre apoyado en el análisis de la realidad. No cabe avance en planificación urbana sin conocimiento y este ha de ser interdisciplinar. La explicación de lo urbano no puede estar sometida exclusivamente al determinismo morfológico, a la descripción de configuraciones espaciales. La centralidad es un fenómeno urbano específico y dinámico, por lo que su análisis necesita el contraste con realidades urbanas diversas.
En este sentido los escritos de Paris y Scoppetta, desde perspectivas diferentes, nos ayudan a comprender el sentido de la centralidad tal y como ésta está siendo interpretada en la ciudad contemporánea. Centros, nodos y polos… en un territorio policéntrico son claves para una relectura de lo urbano actual. El esfuerzo de Paris por establecer un vínculo teórico con los clásicos de la centralidad urbana y territorial tiene un mérito particular, que no renuncia al contraste con la realidad de Lombardía mediante un uso vigoroso del comercio -y de sus asociaciones- como indicador del cambio territorial. Los artículos de Cabrera sobre el amplio territorio de influencia de Granada, de Ferrari sobre las micro-centralidades periféricas surgidas en las villes nouvelles parisinas, de Herrera sobre la evolución dual de la metrópolis de Caracas, de Campos y Abarca sobre el rico sistema urbano de Andalucía y, por último, de Méndez y Ortega sobre la “ciudad difusa” asturiana, componen atractivos casos de estudio en los que las centralidades urbana y territorial encuentran campos de explicación particulares al hilo de la profunda transformación habida en nuestros territorios. El artículo del profesor Castello nos ofrece un particular recorrido sobre el estado del arte en la cultura urbano-arquitectónica, sin alejarse de la realidad pero con una atractiva propuesta teórica que se apoya en el contraste entre los conceptos de centro y lugar, caminando por la literatura reciente y abordando directamente el desafío propuesto en esta edición de la revista: el centro en otro lugar.
Son trabajos que nos permiten, en su conjunto, abordar el concepto de centralidad en paralelo a la eclosión de conceptos que, como enunciábamos en la convocatoria de este número de la revista, se empeñan en renombrar lo urbano desde la descripción entusiasta de fenómenos emergentes, pero sin llegar a ofrecer una explicación coherente de nuestros territorios urbanizados. Insistimos en ello, lo urbano actual, en su complejidad y banalidad sustantivas, puede parecer a escala territorial un gran puzzle inacabado donde la única estrategia de orden permanece congelada en las redes de transporte: por su continuidad y fundamento jerárquico. Allí cada fragmento puede ser interpretado con autonomía y referido a circunstancias particulares, perdiéndose el hilo histórico o incluso olvidando la geografía local. El concepto de centralidad, tanto en su dimensión urbana como en la territorial no sólo ha tenido un papel determinante en la teoría urbana sino que sigue siendo clave para explicar nuestras regiones urbanizadas. Son muchos los temas abiertos, como insistíamos en la convocatoria, temas que este número de la revista no resuelve, aunque ayude un poco a seguir avanzando. Proponíamos superar este “arte descentrado” que, tras el funcionalismo, tiende a abandonar la teoría y se fija en cada caso sólo en lo que más brilla. En el camino hacia un territorio poli- céntrico más equilibrado y mejor estructurado, al que parece aspirar la planificación de la ciudad-región, superado el discurso cerrado del centro y la periferia, es posible encontrarse de nuevo con un “poder del lugar” -mejor, de los lugares- desde el que recomponer las piezas y dar sentido al territorio, sin dejar de estar inmersos en el ruido de los flujos más intensos y sin eludir la atonía silenciosa de los territorios más vulnerables.
Completan la revista dos escritos complementarios al tema tratado: uno, en el apartado de miscelánea, sobre una experiencia concreta de planificación municipal y otro, en la sección final, de reflexión sobre la percepción de la centralidad urbana. Finaliza este número de “Ciudades” con la reseña de tres publicaciones recientes.
Agradecemos al lector el interés que demuestra hacia nuestra revista acercándose a su lectura y le animamos a contrastar sus ideas y a hacerlas públicas, provocando el debate, construyendo entre todos y poco a poco un saber urbanístico más rico y profundo.
Valladolid, marzo de 2013
FÉLIX BENITO (1953-2013)
A FÉLIX, CON MUCHO SENTIMIENTO
Corría el año 1979, cuando inaugurábamos, en Segovia, una exposición sobre el “Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico” que contenía, por entonces, dicha provincia. La base material de esta exposición fue el Inventario del “Patrimonio Arquitectónico, Urbanístico y Paisajístico” que elaboró Félix Benito dos años antes. Aquí comenzó nuestra ininterrumpida relación personal, siendo testigo y responsable de la concesión, por concurso de méritos, del inventario citado que patrocinó el Colegio de Arquitectos de Madrid. No olvidaré las palabras que dedicó José Luis García Fernández a los ganadores de este concurso, a Félix Benito y a su joven equipo de colaboradores a los que embarcó en una empresa que supo darle el entusiasmo que define su arrolladora personalidad: “Estos chicos saben lo que quieren hacer, y no importa su escasa experiencia, les basta su entusiasmo, su dedicación y su condición de personas entregadas y desprendidas”.
Parece mentira, Félix, que nuestro amigo José Luis, sin conocerte, te reconociera con tanta claridad. Yo, también, comencé a conocerte al permitirme recorrer contigo ese territorio tan salpicado de historia como es la provincia de Segovia. Recuerdo tantas cosas, tantas ermitas, monasterios, castillos, palacios, potros de herrar, paneras, esquileos, etc., es decir, todo un panorama de la riqueza de una región que tú supiste elevar a categoría patrimonial, desde lo más reconocido hasta lo que estaba arrinconado y no era objeto de ningún tipo de consideración. Tenía mucho mérito inmiscuirse en estos mundos patrimoniales marginales, exponiéndose a la animadversión y la crítica voraz, pero tú entendías que si sólo conocemos una parte de la historia mutilamos sus enseñanzas, no contribuimos al conocimiento que ahonda en nuestras posiciones críticas sobre las que se construye un mundo más justo.
De aquella época, sin embargo, recuerdo algo que me dejó un mal sabor. Estábamos montando la exposición en Segovia, en el Torreón de Lozoya, al mismo tiempo que se estaban talando unos olmos sanos en el Paseo Nuevo. Se trataba de una operación previa para ensanchar dicha calle y proceder a la construcción de una serie de edificios detrás de los cuales estaba la Caja de Ahorros de Segovia. Poseída, como estaba, la Exposición de ese espíritu universal con el que estábamos tratando la idea de Patrimonio, ¿cómo no iba a tener cabida en ella una alusión a la “demolición” de los olmos del Paseo Nuevo? Tú estabas de acuerdo, lo que supuso añadir unos paneles más que contenían toda la información crítica con respecto a ese luctuoso hecho. Pero cuando llegó el momento de la inauguración, un funcionario de la Caja de Ahorros nos obligaba a retirar dichos paneles si es que queríamos ver inaugurada dicha exposición. Y aquí fue donde creo que no actué cómo tú hubieses deseado, ya que antepuse la presencia de dichos paneles a la citada inauguración. La exposición no se inauguró, recordando de todo ello tu enfado y pesar, lo que expresaste con tu radical retirada, ya que, al fin y al cabo, aquella era tu exposición que yo impedí que se inaugurara. Unos días más tarde lo intentamos en otro local, en la Casa de los Picos, donde sí pudo inaugurarse y ser objeto de todos los parabienes habituales en estos casos.
Después vino todo lo demás, la tesis doctoral, las idas y venidas a Valladolid, tu dedicación, por un tiempo, a nuestro Departamento de Urbanismo, la consolidación, en suma, de nuestra amistad. Hubiese sido mi deseo que tu carrera académica se desarrollase a nuestro lado, pero comprendo tu apego a Madrid, aunque ello no evitó cierto desencanto por mi parte, ya que contar con una persona como tú, entre nuestros profesores, hubiese sido un auténtico lujo, y para mí una satisfacción indescriptible. Pero, tuvimos suerte, supimos contar el uno para el otro, no sucumbimos al olvido, encontrándonos en acontecimientos donde se manifestaban intereses comunes, reencontrándonos con personas con las que colaborábamos juntos y por separado.
¡Y todo esto se fue! No es que me parezca mentira, es que suena a una traición no anunciada, porque tu resistencia y tu apego a la vida, de la que nos has dado tantas muestras, y a la que nos tenías acostumbrados, nos hacía pensar que seguirías adelante, que burlarías a la muerte, una vez más, como tú sabías hacerlo. Pero no ha sido así, quedándome con esa rabia no contenida que se salía de las entrañas de Carmen cuando, allá en Valdesimonte, donde volví treinta años, o más, después de haber estado contigo por primera vez, nos reunimos con ella y tu hija, tus amigos más entrañables, para mostrar nuestro sentimiento y darte las gracias por la intensidad con la que has vivido y de la que nos hemos privilegiado al honrarnos con tu amistad.
Valladolid, abril de 2013
Alfonso Álvarez Mora
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