Ciudades medias: conceptos y visiones, perfiles territoriales y urbanos
Ciudades 22, 2019
DOSSIER MONOGRÁFICO
Gonzalo ANDRÉS LÓPEZ
El significado de los espacios de actividad económica en la estructura urbana de las ciudades medias españolas
Josep Maria LLOP, Borja M. IGLESIAS, Rodrigo VARGAS y Francesca BLANC
Las ciudades intermedias: concepto y dimensiones
Fernando Miguel GARCÍA MARTÍN
La configuración de las periferias en las ciudades intermedias españolas durante el siglo XX: Málaga, Murcia y Valladolid
Miguel GONZÁLEZ-LEONARDO
Segregación espacial y condiciones habitacionales de la población extranjera en Valladolid. Los patrones residenciales de la inmigración en una ciudad media del Sur de Europa
Fermín RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ y Rafael MENÉNDEZ FERNÁNDEZ
Contracción territorial y ordenación urbana para encarar el ciclo post-minero en Mieres (Asturias-España)
MISCELÁNEA
María Cristina GARCÍA GONZÁLEZ y Salvador GUERRERO
El concurso para el Plan de Ensanche y Reforma Interior de Ceuta de 1930: conceptos y herramientas urbanísticas
Javier ROCAMONDE y Joaquín SABATÉ
Paisajes Cooperativos. Una comparativa de dos paisajes industriales vinculados al río Llobregat
Francisco DINÍS DÍAZ GALLEGO
Los Planes Parciales del Plan General de A Coruña de 1967
SECCIÓN FINAL
Andrés M. GONZÁLEZ SANFIEL
Reseña: La sostenibilidad socioeconómica de las ciudades
Federico CAMERIN
Reseña: Critique of Urbanization: Selected Essays
Laura LALANA ENCINAS
Reseña: Gueto. La invención de un lugar, la historia de una idea
Hoy es recurrente destacar las tendencias a escala global que describen un planeta cada vez más urbano. Según el último informe al respecto realizado por Naciones Unidas (The World’s Cities in 2018) más del 55% de la población mundial vive ya en áreas urbanas, y se prevé que este porcentaje se eleve hasta superar el 60% en 2030, rebasando los 5.000 millones de personas. Cuando se comentan este tipo de estadísticas se suele subrayar el papel de las grandes megalópolis de más de diez millones de habitantes. Ya son más de treinta en la actualidad, y se espera que su número siga creciendo en las próximas décadas. No obstante, estas ciudades tan solo acogen hoy en día al 7% de la población mundial, frente a casi una tercera parte que habita en ciudades de menos de un millón de habitantes. Entre estas últimas destaca el predominio de las ciudades que no llegan al medio millón de habitantes, en las que vive actualmente casi la mitad de la población urbana mundial, un porcentaje que se mantendrá más o menos inalterado según las previsiones a medio plazo. Es decir, la mayoría de la población urbana mundial vive y seguirá viviendo en ciudades de tamaño pequeño y mediano, que han ido ganando cada vez más peso en los debates sobre las políticas urbanas a escala mundial, tal y como se puede observar en un breve repaso al panorama internacional más reciente.
La Agenda Territorial de la Unión Europea 2020, aprobada en mayo de 2011 bajo el lema “Hacia una Europa integradora, inteligente y sostenible de regiones diversas” planteó la necesidad de conseguir un desarrollo territorial policéntrico y equilibrado, y subrayó a este respecto el papel crucial que las ciudades medias y pequeñas pueden desempeñar a nivel regional, contribuyendo a reducir la polarización territorial y a impulsar el desarrollo económico de las zonas rurales. Estas mismas premisas de impulso de políticas y planes de ordenación territorial integrados, policéntricos y equilibrados aparecen en la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas, aprobada en octubre de 2016, que también apela al fortalecimiento de la función de las ciudades y localidades de tamaños pequeño e intermedio. No obstante, ha sido en el propio ámbito local donde con más decisión se ha venido trabajando al respecto en los últimos años. En concreto, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), fundada en 2004 como la mayor organización de gobiernos locales del mundo, ha impulsado el debate en torno a las denominadas ciudades intermedias, definidas no tanto por los umbrales poblacionales, que se estiman entre los 50.000 y el millón de habitantes, sino, sobre todo, por su papel de intermediación, desplegado a distintos niveles y que se defiende como clave a la hora de contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. La Carta-Declaración de Chefchaouen de las Ciudades Intermedias del mundo, aprobada en julio de 2018 en el marco del primer Foro Mundial de Ciudades Intermedias constituye sin duda un hito en la construcción de una agenda urbana propia para las ciudades intermedias. El texto que en este número de Ciudades presentan Josep Maria Llop, Borja M. Iglesias, Rodrigo Vargas y Francesca Blanc recorre este panorama internacional relativo a las ciudades intermedias, incidiendo en su conceptualización, dimensiones y manifestaciones.
Este artículo permite enlazar con el contexto español, en el que el trabajo liderado por el propio Josep Maria Llop junto a Carme Bellet desde la Cátedra de Estudios Urbanos, Territoriales y Ciudades Intermedias de la Universitat de Lleida, que ha contribuido decisivamente desde hace más de dos décadas al impulso de ese debate internacional, es una referencia imprescindible. Asimismo, autores como Andrés Precedo Ledo o Lorenzo López Trigal han puesto de relieve la importancia y diversidad de las ciudades pequeñas y medias en el sistema urbano español. Sin embargo, esta relevancia contrasta con los desafíos que deben afrontar, ya que son las grandes áreas urbanas las que concentran cada vez más la creatividad y la riqueza. En este sentido, es necesario profundizar en los perfiles y singularidades de las ciudades medias y pequeñas, como ha hecho por ejemplo Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle al desvelar las dinámicas económicas propias de este tipo de ciudades. Del mismo modo, un estudio dentro de este marco es el que propone en su artículo Gonzalo Andrés López, que en una de sus publicaciones ya reflexionaba sobre la definición del concepto de ciudad media y que ahora analiza en profundidad el papel de los espacios destinados a las actividades económicas en la estructura urbana de las ciudades medias españolas.
Los procesos de transformación y crecimiento experimentados por estas ciudades y plasmados en su estructura urbana, en su forma, revisten sin duda de condiciones y manifestaciones propias que han sido también objeto reciente de varios estudios. La línea de investigación “La práctica del Diseño Urbano en las capitales medias españolas (1950-2000)”, coordinada por José María Ordeig Corsini en la Universidad de Navarra, ha dado lugar a varias tesis doctorales centradas en el estudio de la evolución de los mecanismos de composición formal en varias ciudades medias españolas. A esta misma reflexión ha contribuido también, a partir de su tesis doctoral, Fernando Miguel García Martín, que en este número de Ciudades expone su estudio comparativo de los casos de Málaga, Murcia y Valladolid, orientado a la interpretación de la configuración de las periferias en las ciudades intermedias españolas durante el siglo XX, de la que subraya la particular articulación y secuencia de formación de los espacios de centralidad a la hora de ordenar su desarrollo urbano.
Las ciudades medias también requieren un estudio atento a sus especificidades cuando se analizan procesos o fenómenos que afectan a todo tipo de áreas urbanas. Es el caso, por ejemplo, de determinadas dinámicas demográficas, que ya fueron objeto de un interesante trabajo referido al sistema urbano español firmado por Julio Vinuesa hace treinta años. A este respecto, Miguel González Leonardo plantea un estudio centrado en el fenómeno demográfico más relevante de los últimos años en las ciudades de nuestro país: la inmigración, tomando Valladolid como caso de estudio y detectando ciertas particularidades respecto a los patrones generales de asentamiento de la población extranjera en las ciudades del sur de Europa. Del mismo modo, los procesos de declive urbano también han sido objeto de numerosa literatura científica en los últimos años. Fermín Rodríguez Gutiérrez y Rafael Menéndez Fernández sitúan en este contexto su artículo, de carácter propositivo y referido al caso de Mieres. A la hora de buscar alternativas a la actividad minera que ha venido sustentando la economía de la zona, la reconexión con el territorio circundante, atendiendo a las condiciones del paisaje local, emerge como factor decisivo y específico sin duda de este tipo de áreas urbanas de tamaño medio.
Asimismo, en determinados momentos, las ciudades medias han contribuido de una forma decisiva a los avances y las innovaciones, tanto en la teoría como en la práctica, de la planificación urbanística. En este número de Ciudades recordamos a Federico Oliva, fallecido en septiembre del pasado año y cuya larga carrera como urbanista tuvo un brillante comienzo en el PRG de Pavía de 1976, del que fue responsable junto a Giuseppe Campos Venuti y Giovanni Astengo y que, desde esta pequeña ciudad lombarda, aportó un hito a la urbanística reformista italiana. En el caso de España, es bien conocida la interpretación del planeamiento urbanístico de los años ochenta que elaboraron Manuel de Solà-Morales y Josep Parcerisa a través del estudio de una serie de planes generales de varias ciudades medias españolas como Salamanca, Valladolid, Málaga o Tarragona, que bajo el apelativo del “urbanismo urbano” acabó dando nombre a la que ha sido, sin lugar a duda, una de las generaciones de planes más brillantes del urbanismo español. Del mismo modo, son varias las ciudades medias que, situadas a priori fuera de los grandes focos de la reflexión urbanística, han contribuido a definir o reinventar estrategias y modos de enfrentar los grandes retos territoriales y urbanos del siglo XXI. Casos como Curitiba y su propuesta de crecimiento orientado desde el transporte público, o Vitoria y su planteamiento de infraestructura verde como mecanismo para una interrelación positiva entre la ciudad y el territorio son sin duda ejemplares.
En definitiva, este número de Ciudades quiere reivindicar la importancia de las ciudades medias, del estudio de sus condiciones y procesos distintivos y específicos y, sobre todo, de sus contribuciones al debate urbanístico, que en tantas ocasiones se han demostrado audaces e innovadoras. En el contexto actual es más necesario que nunca seguir aprendiendo de las ciudades medias a la hora de conducir lo urbano hacia pautas de sostenibilidad, tanto ambientales como sociales, que resulten en una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos.
Valladolid, junio de 2019
El pasado día 28 de agosto falleció, en Madrid, nuestro entrañable amigo Fernando Roch. Casi medio siglo de amistad no puede expresarse en unas pocas palabras, no tanto por las casi infinitas vivencias que la han alimentado, demasiadas para ser contadas en este pequeño escrito, como por el sesgo personal que encierran, sólo comprensible a la luz de la especial relación que mantuvimos.
Nuestro primer encuentro ya gozó de una singularidad que forjó, a partir de entonces, una amistad inquebrantable. Entonces comprendí que estaba delante de una persona que podría merecerme la pena. Y no me equivoqué. Por aquel entonces, 1973, con apenas 27 años recién cumplidos, comenzábamos a movernos, quizá, Fernando mejor que yo, en ese mundo cultural que hizo de los últimos años de la Dictadura, y de los inicios de la Transición, una época en la que brillaron, por encima de todo, aquellas ideas que nos permitían pensar que todo era posible, incluso, la libertad desde el guiño que esbozaba la izquierda política. No era Fernando un hombre de partido, pero siempre estaba en la disciplina que la izquierda, por supuesto, la del Partido Comunista, que era la única que aparecía por entonces, reclamaba como sostén movilizador. Esa cultura era, sobre todo, crítica hasta, si se me permite, la destrucción desesperada. Había que vaciar, por ejemplo, cualquier interpretación del arte, apartarlo de su comodidad institucional. Y así fue como, en aquel encuentro, estábamos “vigilando” un examen de Urbanismo, de cuya asignatura en cuestión éramos profesores, e iniciamos una conversación a propósito de la pintura de Picasso. Bruno Zevi, cuya Historia de la Arquitectura Moderna estaba yo leyendo por entonces, me descubrió el Cubismo, la importancia de la “cuarta dimensión”, el tiempo, lo que se expresaba, según Zevi, en esas figuraciones de rostros humanos yuxtapuestos entre sí, pero pertenecientes a una misma persona. ¡Chorradas!, me increpa Fernando, procediendo, a continuación, a desmontarme la figura de Picasso, sobre todo, una de sus obras clave, el Guernica. Desde entonces, comprendí que había que dudar de todo, que teníamos que confiar en nuestros propios criterios, que había que dejar a un lado aquellos prejuicios que nos impedían razonar por nosotros mismos, que no deberíamos dejarnos llevar por lo que los demás pensasen de los hechos y de las cosas. Es decir, lo que, muchos años después, aprendí del pensamiento de Rousseau. Pues bien, ese Fernando que despotricaba de Picasso, fue el mismo que, muchos años después, en una subaste de arte, pujó por un cuadro, el cual se presentó de autor anónimo, pero que Fernando intuyó que podría ser de Federico Madrazo. Consiguió el cuadro, marchó a casa, desmontó el marco de la obra, y cuál fue su satisfacción cuando delante de él, oculta por el marco del óleo, estaba la firma del citado pintor.
Por encima de su condición de arquitecto, de su posterior carrera académica, que lo catapultó a una Cátedra de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura de Madrid, por encima de todo ello, decimos, y sin concederle ninguna importancia a los logros personales que sancionaban los “evaluadores” de turno, a quienes despreciaba sin miramiento, Fernando valoraba, sobre todo, el criterio que conduce a la razón. De ahí su resistencia a involucrarse en una carrera académica por la que la mayoría están dispuestos a morir. Los cánticos de Fernando han sido otros, muy apartados de convencionalismos que recrean la sumisión intelectual que acaba con la ciencia. Su curiosidad contagiosa recalaba por otros senderos, se asomaba a otras panorámicas, aquellas que dejaban ver un infinito esperanzador. Recuerdo, a propósito de esta curiosidad endémica que lo caracterizaba, el encargo que recibí de él, cuando me encontraba en Roma, allá por el año 2004, para que le buscase alguna edición facsímil, si es que existía, del libro atribuido a Francesco Colonna, “Sueño de Poliphilo” (“Hypnerotomachia Poliphili”), libro que conoció su primera edición hacia 1499. En dicho libro, que relata los amores de Poliphilo con Polia, se recrean geografías, paisajes, edificios, ambientes, etc. del mundo clásico. Llama la atención el significado que encierran los nombres de los personajes, muy acorde con la personalidad de Fernando. Poliphilo significa “amigo de muchas cosas”, y Polia “muchas cosas”. ¿Es casual la curiosidad que sentía por este libro? No lo creo, su intencionalidad, para mí, era evidente. Como evidente fue, poco tiempo después de la anécdota de este libro, el interés que mostró, junto con Maribel, por determinados ambientes italianos, durante el tiempo que nos visitaron en Roma, donde me encontraba junto a mi familia disfrutando de un año sabático. “Tenemos que ir a Bomarzo”, me dijo, y allí nos fuimos. A cambio, un trueque que no significa desafección al jardín de los Orsini, les enseñé la cercana Villa Lante, ante la cual nunca vi a Fernando tan complacido, él que apenas se dejaba impresionar por hechos que no fuesen, verdaderamente, memorables. La Villa Lante, para mi satisfacción, fue uno de ellos. Tampoco faltó la visita a Palestrina, donde admiramos el Palacio Barberini, reconstruido sobre las ruinas del Santuario de la Fortuna Primigenia, y donde se encuentra uno de los mosaicos más espectaculares que existen, el del Nilo, de ascendencia helenística. A Fernando no podía ofrecerle la vulgaridad de un turismo mediatizado por intereses monetario-ideológicos, sino el “viaje”, tal y como lo comprendían, y contemplaban, tantos personajes históricos, sobre todo, escritores, de los que hemos heredados los textos que redactaron en sus recorridos por el mundo.
Y, qué decir de su dedicación docente, de su actividad profesional en el campo del urbanismo. Verlo impartir clases, conferencias, cursos de todo tipo, era un privilegio. A nadie dejaba indiferente, tal era el talante que desplegaba, la ironía inteligente con la que abordaba cualquier cuestión. Además del sentido del humor que tenía, y de lo cercano que resultaba todo lo que enseñaba, a pesar, en muchos casos, de la dificultad del tema que tenía entre manos. Era un auténtico maestro en el arte de la dialéctica oratoria. Aunque decía que Cicerón era un reaccionario, mucho de él estaba presente en la manera enfrentarse a la explicación de los hechos.
Privilegiado pedagogo que se dejó sentir, como no podía ser de otra manera, en la actividad profesional que desarrolló en el campo de la Planificación Urbana. Para él, redactar un Plan era un ejercicio de pedagogía. Había que comprender la ciudad, cómo se había producido, no tanto para que el “planificador” supiese qué tenía entre manos, ya que, al final, propondría lo que le exigiesen los propietarios del suelo, como para que los ciudadanos dispusiesen de un arma dialéctica con la que luchar por sus intereses. Y, para ello, nada mejor que inmiscuirse en los procesos de producción inmobiliarios que “modelan” la ciudad a gusto de los intereses del capital. Apegado a la tradición marxista, y siempre de la mano del Lefebvre, único referente ante el que se rindió, Fernando se convirtió, a su vez, en el otro referente que hizo de los “análisis de la promoción inmobiliaria” el marco real para comprender el porqué de una ciudad. De él escuché, por primera vez, que la ciudad se hace “construyéndola”, pero, también, “demoliéndola”. Tan importantes son los promotores clásicos como los “depredadores” más encarnecidos. Unos y otros contribuyen a poner en marcha esos procesos de “apropiación” del espacio que colocan a cada cual en el lugar que les corresponde por razones que obedecen a su nivel de renta. Recuerdo, en este sentido, nuestra experiencia en el Plan General de Córdoba, allá por los inicios de los años 80. En ese Plan se dejó ver uno de sus primeros intentos serios en el que abordaba el proceso de producción de dicha ciudad desde el conocimiento de la “promoción inmobiliaria”. Llegó a demostrar que en Córdoba se habían construido, en dos décadas, tantas viviendas como las que ya existían, y ello, sin apenas variación en la evolución de la población residente. La cara que puso el Arquitecto Municipal, a la vista del documento donde se corroborada esta conclusión, fue tan elocuente que no pudo articular palabras precisas. Solamente nos dijo: “Pero, ¿me dicen ustedes que yo he permitido doblar la ciudad de Córdoba?”. “Así es”, creo que le contestamos. Pero si esto era evidente, lo que, de alguna manera, podría ser comprendido por el Arquitecto Municipal, eso sí, después de mucho luchar contra su propia conciencia, lo que no le cabía en la cabeza es que esa “explosión urbana” llevaba aparejada la desocupación, por demolición continuada, de sus zonas centrales históricas. Mucho menos cuando Fernando dejó constancia, en su análisis, del papel fundamental de estos “demoledores” como los otros “constructores” de la ciudad, titulando a algunos de ellos como “demoledores profesionales”. Fácil es adivinar que estos términos enervaron a nuestro interlocutor municipal.
Y después de todo esto, cuando ya nos calmamos, sin renunciar, eso sí, a la crítica mordaz, adoptando un aire más conciliador, quizá, con menos vehemencia, pero con una mayor seguridad en nuestras convicciones, llegamos a esa etapa de la vida en la que la experiencia acumulada nos podía encauzar hacia un final, aún lejos, pensábamos, que estuviese colmado de la serenidad intelectual necesaria. Pero no ha sido así. Apenas iniciada esa etapa tan prometedora para todos aquellos que han acumulado vida, como era el caso de Fernando, que pueden confesar, como Neruda, que han vivido, y que la generosidad hace que se transmuta en ayuda a los demás, apenas iniciado esto, decimos, se nos va como si hubiera cometido una falta, como si le estuviesen reclamando que no cumplió lo prometido. Si fuésemos existencialistas, diríamos que Dios es injusto, que abandona algunos de los apelativos que se le atribuyen. Pero como no lo somos, simplemente diremos que las personas no mueren si no queremos, porque está en nuestras manos la memoria que nos hace retener lo que parece que se ha ido. Recordar es construir vida, y la fuerza de la memoria es tal que nos puede permitir, incluso, enarbolar la idea de la inmortalidad como si fuésemos dioses. Decía Proust, que “si lo que el día nos recuerda es la muerte de un ser querido, entonces la pena consiste tan sólo en una comparación más viva con el pasado”.
Así será cómo te recuerde, comparando mi vida con el pasado que fuimos, para revivirlo, aún más, si fuese posible, aunque de lo que estoy seguro es que esa vida, a partir de ahora, será un poco peor.
Alfonso Álvarez Mora, septiembre de 2018
Ricordando Federico Oliva
Con l’improvvisa scomparsa lo scorso Settembre di Federico Oliva, l’urbanistica italiana perde una delle figure professionali e accademiche più rilevanti, connotate da una singolare capacità di parlare ai diversi mondi dentro i quali prende forma il progetto urbanistico. Usando sostanza e rigore e, insieme, semplicità e ironia, Oliva ha raccolto e fatto proprio quel ruolo civile, politico e militante di praticare e pensare urbanistica, assorbita dal suo maestro ‘Bubi’ Campos Venuti. Nel loro lungo sodalizio durato quasi cinquant’anni, hanno mantenuto una robusta relazione di interesse con l’urbanistica spagnola, che ha costituito un importante occasione di confronto e di proficuo scambio disciplinare.
Federico Oliva è stato professore ordinario di urbanistica al Politecnico di Milano, Presidente dell’Istituto Nazionale di Urbanistica (INU) dal 2006 e il 2013; a lungo corrispondente per l’Italia della rivista Ciudad y Territorio – Estudios Territoriales; dal 2014 era direttore della rivista Urbanistica dell’INU.
Fin dai primi anni del suo lavoro, Oliva ha sviluppato un interesse specifico per la dimensione operativa dell’urbanistica, per le sue ricadute civili, con particolare riferimento al welfare urbano, che è stato il marchio distintivo dell’urbanistica moderna e delle città europee in particolare. Con un’attenzione al piano, alla sua praticabilità concreta, con un atteggiamento riformista che Federico Oliva ha sempre praticato nel variegato campo d’interessi che ha connotato il suo lavoro di docente, di progettista, di intellettuale impegnato civilmente e politicamente.
Accanto ad una instancabile attività scientifica e divulgativa contraddistinta da centinaia di saggi e interventi, Oliva ha partecipato alla redazione di numerosi piani urbanistici di città italiane, tra le quali possono essere ricordate Pavia, Ancona, Padova, Piacenza, Reggio Emilia, La Spezia, Ivrea, Cuneo, Roma, Potenza e Palermo, oltre ai piani territoriali delle province di Pesaro – Urbino, Perugia e Forlì – Cesena.
Un’applicazione ed esperienza progettuale che trova costante riscontro nella saggistica e in alcuni suoi libri, in cui le esperienze di piano costituiscano il presupposto per riflessioni e bilanci, per trarne elementi utili a precisare forme e contenuti disciplinari replicabili e trasmissibili. Tanto che a partire da questi scritti e piani è possibile ricostruire una precisa traiettoria biografica non solo dell’autore, ma dell’intera vicenda urbanistica italiana del dopoguerra. A titolo esemplificativo, possono essere qui ricordati alcuni suoi libri che ben restituiscono tale intreccio di vita, di studi e di piani.
Ricordando il suo primo libro del 1984 intitolato Il modello dell’urbanistica alternativa che prende le mosse dal bilancio dell’esperienza di ‘amministrare l’urbanistica’ a Pavia, dove aveva partecipato all’estensione del piano con Giovanni Astengo e Giuseppe Campos Venuti ed era stato successivamente chiamato a gestirlo come Assessore all’Urbanistica, cogliendo dentro questa esperienza una prospettiva politica e tecnica alternativa nell’affrontare le problematiche urbane alla fine degli anni Settanta. In un contesto operativo e disciplinare che già stava profondamente cambiando con l’inizio degli anni Ottanta.
Così, non può essere dimenticato il volume curato con Campos Venuti nel 1993 Cinquant’anni di urbanistica in Italia. 1942-1992 – volume che sarà tradotto un anno dopo in lingua spagnola – che riflette complessivamente su cinquant’anni della storia recente moderna dell’urbanistica italiana, costringendo gli autori a un ripensamento profondo del fare urbanistica in Italia, conseguito dopo l’esperienza di pianificazione condotta a Reggio Emilia. Esperienza che segnerà un rinnovato interesse per le dimensioni ambientali del piano attraverso un approccio integrato con l’ecologia; dentro una situazione economico-immobiliare profondamente mutata con la fine della crescita e il consolidarsi della fase di trasformazione urbana.
Con Progettazione urbanistica. Materiali e riferimenti per la costruzione del piano comunale, Oliva pone la necessità di riaffermare un approccio unitario alternativo e riformista ai temi dell’urbanistica dentro le numerose e differenti traiettorie che la riforma urbanistica federalista regionale italiana stava proponendo, con una differenzazione di strumenti, dimensioni, tempi e temi del progetto urbanistico che nel tempo si rivelerà controproducente e forse dannosa. Un esercizio di semplificazione che non vuole essere un manuale ma una guida per districarsi nella nuova urbanistica delle riforme regionali.
Con L’Urbanistica di Milano. Quel che resta dei piani urbanistici nella crescita e nella trasformazione della città, a partire da una riflessione su una città amata (Milano), Oliva prova a ridare concretezza al progetto urbanistico misurandone effetti e tracce nel corso lungo della storia moderna urbana della città, mettendo in luce gli esiti concreti di progetti e piani, senza rinunciare a offrire al lettore una proposta urbanistica alternativa traguardata dentro le nuove dinamiche e i nuovi orizzonti della fase di metropolizzazione urbana.
Ulteriormente, con l’occasione di restituire un lungo dialogo con Campos Venuti, Oliva delinea in Città senza cultura, Intervista sull’urbanistica un bilancio sul futuro disciplinare ripercorrendo i momenti decisivi di un lungo percorso progettuale condiviso tra l’autore e il suo maestro-amico nel rileggere criticamente storie, piani, pratiche e politiche, il cui sviluppo narrativo nella forma dell’intervista consegna ipotesi operative utili e suggestive per sfidare il nuovo millennio.
La scelta di questa seppur minima selezione di scritti consente di restituire con precisione la temperie del progetto urbanistico riformista e le sfumature con cui Oliva ne suggeriva declinazioni praticabili, sempre misurate attraverso l’esercizio interpretativo delle differenti condizioni storiche e urbane, di contesto operativo e politico.
Più recenti tracce di questo percorso autobiografico possono essere, infine, riconosciute nello ‘stile’ che Oliva imprimerà alla direzione della rivista Urbanistica dal n.152. Pur nella continuità della linea culturale e disciplinare dell’Istituto, Oliva porrà al centro della rivista la città e in particolare le realtà urbane europee contemporanee (“riscoprire le città per ripensare l’Europa”): le grandi città, ma anche la rete delle piccole e medie città italiane ed europee, unitamente a diversi altri progetti e politiche urbane. Oliva pone con forza la necessità di un profondo rinnovamento dell’urbanistica, a fronte dei grandi cambiamenti che hanno interessato le città e i territori negli ultimi vent’anni, unite alla crescente insoddisfazione per la qualità delle esperienze e sperimentazioni urbanistiche e della conseguente marginalizzazione della disciplina nella società. Un’attività sempre meno apprezzata, in misura direttamente proporzionale alla sua efficacia.
Soprattutto negli ultimi anni, dopo l’esperienza da Presidente dell’INU, Oliva si è battuto con semplicità e fermezza per ridare dignità all’urbanistica italiana, per sottrarla da quella condizione di perdita di autorevolezza e di credibilità a causa di una scelta politica e della politica di non affrontare i problemi e i nodi dell’urbanistica. Nodi che individuava nella redistribuzione sociale della rendita fondiaria urbana (che aveva studiato e approfondito anche nei suoi aspetti di finanziarizzazione dell’economia immobiliare), nel disporre di strumenti e istituti efficaci per affrontare i temi urbani insorgenti, di disporre di risorse adeguate in una prospettiva dove le città dovevano tornare ad essere “produttrici di ricchezza e sviluppo e non solo fonti di spesa pubblica”.
Un atteggiamento riformista che intendeva ridare concretezza al progetto urbanistico, misurandone effetti e tracce nel lungo corso della storia moderna urbana della città. Un impegno per riformare l’urbanistica e che ha proposto con generosità e incessante passione anche nell’esperienza di Direttore della rivista Urbanistica e nel coordinamento del Centro di Ricerca sul Consumo del Suolo (CRCS) dell’INU.
La sua improvvisa scomparsa, restituisce quanto sia utile indagare il senso più profondo di questa eredità progettuale e scientifica: che va ‘svelato e rivelato’ oltre quella semplicità e immediatezza che ha sempre riservato ai suoi lettori e interlocutori; che rimane nascosto sotto i modi divertenti e semplici con cui era solito affrontare la complessità: una combinazione di intelligenza e arguzia fine, di risorse umane e intellettuali capaci di sdrammatizzare –a volte dissacrare- le situazioni più complicate e critiche. Un compito che anche l’Istituto Nazionale di Urbanistica si è assegnato, dedicandogli il XXX Congresso dello scorso Aprile e ulteriori momenti di studio, di approfondimento e confronto.
Paolo Galuzzi, Piergiorgio Vitillo. Maggio 2019
Recordando a Federico Oliva
Con la repentina desaparición el pasado mes de septiembre de Federico Oliva, el urbanismo italiano pierde una de las figuras profesionales y académicas más importantes, caracterizada por una capacidad singular para apelar a los diferentes mundos en los que el proyecto urbano toma forma. Empleando sustancia y rigor y, al mismo tiempo, simplicidad e ironía, Oliva ha recogido y hecho suyo el papel civil, político y militante de practicar y pensar el urbanismo, aprendido de su maestro ‘Bubi’ Campos Venuti. En su larga colaboración, que duró casi cincuenta años, mantuvieron una sólida relación de interés por el urbanismo español, que constituyó una importante oportunidad para el debate y el fructífero intercambio disciplinar. Federico Oliva fue profesor ordinario de urbanismo en el Politécnico de Milán, presidente del Instituto Nacional de Urbanismo (INU) entre 2006 y 2013; corresponsal para Italia durante mucho tiempo de la revista Ciudad y Territorio-Estudios Territoriales; desde 2014 fue director de la revista Urbanistica del INU.
Desde los primeros años de trabajo, Oliva ha desarrollado un interés específico en la dimensión operativa del urbanismo, por sus repercusiones civiles, con especial referencia al bienestar urbano, que ha sido el sello distintivo del urbanismo moderno y de las ciudades europeas en particular. Con una atención al plan, a su factibilidad práctica, con una actitud reformista que Federico Oliva siempre ha practicado en el variado campo de interés que ha caracterizado su trabajo como profesor, proyectista e intelectual comprometido civil y políticamente.
Además de una incansable actividad científica y de divulgación traducida en cientos de ensayos e intervenciones, Oliva participó en la redacción de numerosos planes urbanísticos de ciudades italianas, entre los que se pueden mencionar Pavía, Ancona, Padua, Plasencia, Reggio Emilia, La Spezia, Ivrea, Cuneo, Roma, Potenza y Palermo, además de los planes territoriales de las provincias de Pesaro-Urbino, Perugia y Forlì-Cesena.
Una dedicación y experiencia proyectual que tiene confirmación constante en sus ensayos y en algunos de sus libros, en los que las experiencias de planificación constituyen la base de reflexiones y balances, para extraer elementos útiles para especificar formas y contenidos disciplinares replicables y transmisibles. Tanto es así que a partir de estos escritos y planes es posible reconstruir una trayectoria biográfica precisa no solo del autor, sino de toda la historia urbanística italiana de la posguerra. Como ejemplo, cabe recordar aquí algunos de sus libros, que representan bien este entrelazamiento de vida, estudios y planes.
Su primer libro, de 1984, titulado Il modello dell’urbanistica alternativa, parte del balance de la experiencia de ‘administrar el urbanismo’ en Pavía, donde había participado en la redacción del plan con Giovanni Astengo y Giuseppe Campos Venuti y fue posteriormente llamado a administrarlo como Concejal de Urbanismo, obteniendo de esta experiencia una perspectiva política y técnica alternativa para enfrentar los problemas urbanos a finales de los años setenta. En un contexto operativo y disciplinar que ya estaba cambiando profundamente en el inicio de los años ochenta.
Así, no se puede olvidar el volumen editado con Campos Venuti en 1993 Cinquant’anni di urbanistica in Italia. 1942-1992 —volumen que se traducirá un año más tarde al español—, que se refiere con perspectiva global a cincuenta años de la historia moderna reciente del urbanismo italiano, obligando a los autores a un profundo replanteamiento del modo de hacer urbanismo en Italia, después de la experiencia de planificación realizada en Reggio Emilia. Una experiencia que marcará un renovado interés por las dimensiones ambientales del plan a través de una aproximación integrada con la ecología; en una situación socioeconómica profundamente alterada con el fin del crecimiento y la consolidación de la fase de transformación urbana.
Con Progettazione urbanistica. Materiali e riferimenti per la costruzione del piano comunale, Oliva plantea la necesidad de reafirmar una aproximación unitaria alternativa y reformista al urbanismo dentro de las numerosas y diferentes trayectorias que la reforma urbanística federalista regional italiana estaba proponiendo, con una diferenciación de instrumentos, dimensiones, tiempos y temas del proyecto urbanístico que con el tiempo se revelará contraproducente y hasta dañina. Un ejercicio de simplificación que no quiere ser un manual sino una guía para moverse por el nuevo urbanismo de las reformas regionales.
Con L’Urbanistica di Milano. Quel che resta dei piani urbanistici nella crescita e nella trasformazione della città, a partir de una reflexión sobre una ciudad amada (Milán), Oliva intenta restaurar la concreción del proyecto urbanístico midiendo sus efectos y huellas en el largo trascurso de la historia urbana moderna de la ciudad, revelando los resultados concretos de proyectos y planes, sin renunciar a ofrecer al lector una propuesta urbanística alternativa dentro de las nuevas dinámicas y los nuevos horizontes de la fase de metropolización urbana.
Ulteriormente, con ocasión de retomar un largo diálogo con Campos Venuti, Oliva establece en Città senza cultura, Intervista sull’urbanistica un balance sobre el futuro disciplinar repasando los momentos decisivos del largo recorrido proyectual compartido entre el autor y su maestro-amigo en la relectura crítica de historias, planes, prácticas y políticas, cuyo desarrollo narrativo en forma de entrevista ofrece hipótesis operativas útiles y sugerentes para afrontar el nuevo milenio.
Esta selección, aunque mínima, de escritos permite comprender con precisión el clima del proyecto urbanístico reformista y los matices con los que Oliva sugería variaciones factibles, siempre medidas desde el ejercicio interpretativo de las diferentes condiciones históricas y urbanas, del contexto operativo y político.
Las huellas más recientes de este recorrido autobiográfico se pueden reconocer, finalmente, en el “estilo” que Oliva imprimirá a la dirección de la revista Urbanistica desde el nº152. Sin óbice a la continuidad de la línea cultural y disciplinar del Instituto, Oliva pondrá a la ciudad en el centro de la revista y, en particular, las realidades urbanas europeas contemporáneas (“redescubrir las ciudades para repensar Europa”): las grandes ciudades, pero también la red de ciudades pequeñas y medianas italianas y europeas, junto con otros diversos proyectos y políticas urbanas. Oliva enfatiza la necesidad de una profunda renovación del urbanismo frente a los grandes cambios que han afectado a las ciudades y a los territorios en los últimos veinte años, junto a la creciente insatisfacción con la calidad de las experiencias y experimentaciones urbanísticas y la consiguiente marginación de la disciplina en la sociedad. Una actividad cada vez menos apreciada, en una medida directamente proporcional a su eficacia.
Especialmente en los últimos años, tras la experiencia como presidente del INU, Oliva luchó con sencillez y firmeza para volver a dar dignidad al urbanismo italiano, para sustraerlo de aquella condición de pérdida de autoridad y credibilidad debida a una elección política y a la política de no abordar los problemas y retos del urbanismo. Problemas que identificaba con la redistribución social de la renta inmobiliaria urbana (que también había estudiado con profundidad en sus aspectos de financiarización de la economía inmobiliaria), con disponer de herramientas e instituciones eficaces para afrontar los problemas urbanos emergentes, con contar con recursos adecuados desde una perspectiva en la que las ciudades tenían que volver a ser “productoras de riqueza y desarrollo y no solo fuentes de gasto público”.
Una posición reformista que pretendía dar concreción al proyecto urbanístico, midiendo sus efectos y huellas en el largo trascurso de la historia urbana moderna de la ciudad. Un compromiso para reformar el urbanismo, y que ofreció con generosidad y pasión incesante también en su experiencia como director de la revista Urbanistica y en la coordinación del Centro de Investigación sobre el Consumo de Suelos (CRCS) del INU.
Su repentina desaparición revela cuán útil es indagar en el significado más profundo de este legado proyectual y científico: que debe ser ‘desvelado y revelado’ más allá de la sencillez y la inmediatez que siempre reservó para sus lectores e interlocutores; que permanece oculto bajo las formas sencillas y divertidas con las que solía lidiar con la complejidad: una combinación de inteligencia e ingenio, de recursos humanos e intelectuales capaces de desdramatizar —a veces desmitificar— las situaciones más complejas y críticas. Una tarea que el Instituto Nacional de Urbanismo también ha asumido, dedicándole el XXX Congreso del pasado abril y otros momentos de estudio, profundización y comparación.
Paolo Galuzzi, Piergiorgio Vitillo. Mayo de 2019
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