Caminos hacia una ciudad más sana
Ciudades 25, 2022
SECCIÓN MONOGRÁFICA
Ana DÍEZ BERMEJO, Agustín HERNÁNDEZ AJA & Ana SANZ FERNÁNDEZ
Resiliencia urbana: discurso e intitucionalización de un concepto
María Isabel PARDO MIRANDA, Carlos ROSA-JIMÉNEZ & Nuria NEBOT-GÓMEZ de SALAZAR
Ciudad y urbanismo activo. Estrategias e implicaciones en el diseño del espacio público saludable
Rubén RAEDO SANTOS
Ciudades insalubres: una propuesta de medición
María Cristina GARCÍA-GONZÁLEZ, Ester HIGUERAS GARCÍA, Cristina GALLEGO GAMAZO, Elisa POZO MENÉNDEZ, Emilia ROMÁN LÓPEZ
Prevención en salud desde el diseño del espacio público. El proyecto URB_HealthS como experiencia de transferencia de conocimiento
Natalia BOLEA TOLÓN, Raúl POSTIGO VIDAL, Carlos LÓPEZ ESCOLANO
Valoración de la proximidad a las Zonas Verdes Urbanas de la ciudad de Zaragoza como estrategia de adaptación a situaciones pandémicas
Conso GONZÁLEZ-ARRIERO, Esteban De MANUEL JEREZ
Construyendo ciudades saludables con la infancia: el caso del Plan de Movilidad Sostenible de Bollullos de la Mitación
José Manuel MARTÍNEZ RODRÍGUEZ
Viviendas para una ciudad más sana: tres estrategias proyectuales
María Eugenia PUPPO, Carla NÓBILE, Andrea SADER
Urbanismo epidémico. La medicalización de la vida urbana en Montevideo en el primer tercio del siglo XX
SECCIÓN MISCELÁNEA
Rafael CÓRDOBA HERNÁNDEZ
Resiliencia territorial desde la perspectiva de la vulnerabilidad ecosistémica. Aplicación metodológica al planeamiento urbanístico de la Comunidad de Madrid
José Francisco VERGARA PERUCICH
“Investificación” en Chile: perfiles sociodemográficos de acaparadores de vivienda para arrendar
SECCIÓN FINAL
Fernando De TERÁN TROYANO
Conferencia: Cincuenta años de urbanismo en España
David GARCÍA-ASENJO LLANA
Reseña: Paisajes del comunismo
Cuando se propuso este número de la revista Ciudades estábamos todavía atónitos ante una pandemia cuyo origen, el coronavirus SARS-CoV-2, dominaba el escenario. Todavía hoy plantea una evolución incierta en unos instantes de retorno a la “normalidad”, en los que surge la evidencia de otras graves crisis: invasión de Ucrania, costes de la energía, etc. Podría parecer que los temas estrella que despertaron con la pandemia y sus primeras consecuencias hoy se amortiguan. Pero el factor salud aplicado a las ciudades, con sus corolarios en torno a las ideas de resiliencia, al espacio público o a la movilidad urbana, no deberían encoger ni siquiera ante la perspectiva de una economía europea catatónica. Es verdad que la estanflación galopa más allá de las trompetas con las que se anunciaban los fondos “Next Generation”, y de la voluntad recuperadora del “Great Reset” que animaban los ricos de Davos, hoy reconducidos a los nuevos negocios de las materias primas. Europa está perdiendo porque ha perdido la iniciativa en un entorno de guerra. Sin embargo, la ciudad de los 15 minutos, los servicios de los ecosistemas e incluso la movilidad sostenible, no dejan de ser relevantes. De hecho, la pandemia surgió de repente en un contexto urbanístico que había ido madurando un proyecto ambicioso y compartido de regeneración urbana del que quizás la Nueva Agenda Urbana fuera el resultado más significativo. La enfermedad afectó a las ciudades acelerando el proceso, acentuando los objetivos más básicos, incluso recuperando del olvido expectativas que ciertas denuncias habían reactivado (la España vacía, la ciudad inclusiva…). Hoy, el deseo de abandonar el marco establecido por la pandemia se mezcla con la ansiedad que produce una crisis global en cuyo resultado no nos sentimos ganadores.
No puede, por todo ello, abordarse este número de Ciudades sin referirse al cambio operado en lo que ya parece, más allá de los nombres de los ministerios, una transición que se alarga y que se alarga adonde no sabemos.
Pero, en cualquier caso, los objetivos planteados siguen siendo válidos, porque las ciudades y sus ciudadanos siguen exigiendo un hábitat urbano mejorado, es decir, más sano. Las imágenes inquietantes de ciudades vacías se repiten ahora en la distancia de lo que fue el primer foco, en la inmensa Shanghái confinada. Seguimos necesitando planificación ante un futuro que ignoramos pero que no nos puede alcanzar desarmados, desequipados. Los fundamentos de la planificación son el asunto que ha motivado siempre esta revista, y a trabajar en ello nos dedicamos también ahora, en este número, para protegernos de la inercia de las ideas y soluciones más torpes y para dar soporte inteligente (¿sostenible?) a la transformación de nuestros territorios. Un número, este, que trata tanto de conceptos como de soluciones.
Pasamos por ello desde el debate a corto plazo, indicado en la convocatoria, a la búsqueda de “caminos” que puedan ser útiles, sin dejar de insistir en que la pandemia ha ayudado a distinguir lo importante, a pesar de haber vivido inmersos en lo urgente. Nos preguntábamos si estábamos ante un suceso disruptivo capaz de facilitar cambios profundos. No parece que sea así, porque la adaptación de nuestras sociedades está cargada de ambigüedades, no se somete al discurso racional abstracto ni a una racionalidad instrumental o utilitaria, con independencia de que la planificación viva en ellas. Lo importante es ampliar la reflexión sobre la habitabilidad de nuestras ciudades sin renunciar a la evolución del paradigma sostenible. Los dos enunciados en la convocatoria, como veremos, siguen siendo los hitos de un debate más amplio. Primero, la capacidad de las ciudades para reaccionar y resolver situaciones de riesgo o desastre, alrededor de la idea de resiliencia. Segundo, el potencial que puede caracterizar a las ciudades para generar bienestar, redefiniendo los perfiles del bienestar desde una mirada amplia e integradora sobre la salud urbana, salud de los lugares, salud de las personas, salud también de las instituciones.
El primer artículo de esta revista es consecuente con ello, dedicado a establecer el marco conceptual de la idea, hoy omnipresente, de resiliencia urbana desde una perspectiva aplicada. El profesor Agustín Hernández Aja, de la Universidad Politécnica de Madrid, lleva tiempo trabajando sobre el concepto de resiliencia, que presentó con singular inteligencia en su concurso de cátedra. Aquí, acompañado de sus colaboradoras Ana Díez y Ana Sanz, replantean la idea de resiliencia desde un discurso general e integrador, atento con perspectiva crítica a la institucionalización de un concepto que para algunos es simple evolución de los principios sostenibles en contextos de crisis, pero que en realidad se extiende hacia una dimensión más precisa, exigente en los resultados y en la capacidad real de gobernar con mayor equidad, social y ambiental, lo urbano.
María Isabel Pardo, Carlos Rosa y Nuria Nebot, de la Universidad de Málaga, plantean la idea, hoy recurrente, de “urbanismo activo”, defendiendo la valoración del espacio urbano desde su uso y su capacidad para acoger estilos de vida urbanos más saludables. Un tema de interés sin duda, y que amplía la visión del deporte y del uso recreativo de los espacios abiertos hacia lo cotidiano, haciendo un repaso del estado de la cuestión indagando en cómo el diseño del espacio público puede o no favorecer su uso saludable por parte de los ciudadanos. Para ello se estudian situaciones y acciones diferentes dirigidas a incorporar en el planeamiento tanto el diseño del espacio público como las estrategias de movilidad, de tal forma que los espacios pueden ser interpretados desde su afinidad con su potencial generador de salud asociada a la actividad.
Rubén Raedo, de la Universidad de Valladolid, propone una serie de indicadores compuestos que permitan la medición de la insalubridad urbana. Enfoque situado en el extremo opuesto del texto anterior, se trata de un esfuerzo por objetivar el umbral que define lo que no es sano en la ciudad gracias a la combinación de aspectos medibles dentro de la lógica de los indicadores asociados a la sostenibilidad urbana y que caracterizan condiciones demográficas, de acceso a servicios sanitarios y de calidad de servicios urbanos básicos, sobre una muestra de doce ciudades muy diferentes. Es posible una valoración abierta de los resultados de un indicador sintético que encuentra en la comparativa realizada una referencia de sentido.
El equipo del proyecto europeo URB_HealthS (María Cristina García, Ester Higueras, Cristina Gallego, Elisa Pozo y Emilia Román, todas de la Universidad Politécnica de Madrid) presentan la metodología y el enfoque de un trabajo sencillo pero relevante, destinado a transferir conocimiento. El diseño del espacio público como factor de prevención en materia de salud y de promoción de una ciudad más sana, de nuevo, se dirige a una valoración de la calidad de la vida urbana en función de su capacidad de fomento de un uso más saludable del espacio. El centro de este proyecto internacional, apoyado en tres casos de estudio (Alcorcón, Coímbra y Newcastle), es la consulta a expertos y la aplicación práctica en tres situaciones (cursos piloto) de una serie de principios comunes sobre objetivos y escenarios diferenciados.
Natalia Bolea, Raúl Postigo y Carlos López, de la Universidad de Zaragoza, plantean una metodología para la valoración de zonas verdes en función de criterios de proximidad, aplicada a la ciudad de Zaragoza y en el marco de su adaptación durante la pandemia. Se interpreta como una evolución de una ciudad vulnerable a una ciudad sana y sostenible, con capacidad de resiliencia. Abordando el factor distancia de las zonas verdes se detecta en Zaragoza un correlato de gran interés entre condiciones de densidad, morfología y vulnerabilidad urbana.
Conso González y Esteban de Manuel, de la universidad de Sevilla, revisan el concepto de “ciudad saludable” desde la doble perspectiva de la infancia y la movilidad, desde su aplicación a una localidad de la provincia de Huelva donde han trabajado. Fundado en una investigación y acción participativa, se avanza en el potencial de colaboración de niños y niñas en un plan de movilidad sostenible. Al mismo tiempo, se plantea el diseño colaborativo de una red de caminos escolares que, a la vez, impulse una movilidad activa en el marco de objetivos más amplios de salud urbana.
José Manuel Martínez, de la Universidad de Valladolid, desarrolla su experiencia investigadora y profesional como arquitecto en el proyecto de vivienda colectiva. Estamos ante un tema recurrente, en el que se vincula de manera muy estrecha arquitectura y sociedad, que con la pandemia ha renacido con algunos matices singulares, bien comprendidos por el autor. En primer lugar, la relación de las viviendas con el exterior en sus condiciones de salud, como soleamiento y ventilación, y de calidad de vida, en vistas y reducción del efecto encierro. En segundo lugar, por la disponibilidad de espacios exteriores accesibles desde las viviendas, patios y terrazas. En tercer lugar, en la necesidad de reconceptualizar el diseño funcional del espacio habitado, buscando su activación mediante la revisión versátil de funcionalidades, particiones y usos.
María Eugenia Puppo, Carla Nóbile y Andrea Sader, de la Universidad ORT Uruguay, introducen el concepto de “urbanismo epidémico” para explicar cómo ha sido la evolución de una ciudad, Montevideo, en el primer tercio del siglo pasado. Medicina y orden social participan en la construcción del Estado moderno en Uruguay reflejándose en la planificación urbana y en su contexto normativo, introduciendo criterios higienistas y dando forma a los espacios públicos. En un proceso singular de modernización, la ciudad adquiere un rol particular en el avance de lo que las autoras denominan “medicalización”, y que se corresponde a la institucionalización de la educación y la salud pública.
En el apartado de miscelánea contamos con dos textos, uno de Rafael Córdoba, de la Universidad Politécnica de Madrid, que revisa conceptualmente la “resiliencia territorial” con un enfoque dirigido a la evaluación sistemática de la “vulnerabilidad ecosistémica” con escala territorial y aplicada sobre el caso de la Comunidad Autónoma de Madrid. El segundo, de José Francisco Vergara, describe a través del concepto de “investificación” la evolución de las características demográficas y sociales que han condicionado en Chile la evolución del mercado de alquileres de vivienda (los arrendamientos urbanos). Finalmente, completan el número dos contribuciones en la sección final: una reseña del libro Paisajes del comunismo, a cargo de David García-Asenjo, y el texto de la conferencia “Cincuenta años de urbanismo en España”, revisado por quien la impartió en Valladolid en 2019, Fernando de Terán, al que agradecemos su certera y crítica síntesis de ese pasado reciente, que concluye con una mirada esperanzada al futuro.
Este conjunto de textos responde a gran parte de las preguntas que proponíamos en la convocatoria de este número de la revista. Ciudades agradece a los autores su esfuerzo en un contexto marcado por las dificultades que la pandemia ha introducido en nuestro trabajo investigador, con un mayor aislamiento y dificultad de información. Efectivamente, la pandemia puede considerase un acelerador del cambio, catalizador de gran parte de los intereses que dirigen el urbanismo. Es verdad que es el tiempo lo que parece acelerado, un tiempo histórico cargado por desafíos ambientales y sociales que se resisten a despejar su incertidumbre. Tiempo en el que el conocimiento que da soporte e impulso eficiente a la sostenibilidad y a la resiliencia urbanas es quizás más urgente, más necesario. Ojalá esta revista contribuya al avance en España hacia ciudades más sanas desde una racionalidad colaborativa, incluso cuando suena el eco de tambores tribales y de bombardeos no tan lejanos.
Valladolid, mayo de 2022
Avda. Salamanca, 18 47014 · VALLADOLID (España) +34 983 184332 iuu@institutourbanistica.com