Paesistica – Paisaje. Vittoria Calzolari
Alfonso Álvarez Mora (coord.)
Alfonso Álvarez Mora
La estructura de una obra como sistema
La struttura di un’opera
Juan Luis de las Rivas Sanz
Vittoria Calzolari, profesora, urbanista y paisajista comprometida
Vittoria Calzolari, docente, urbanista e paesaggista impegnata
La elaboración de un concepto
La elaborazione di un concetto
El verde en la ciudad moderna
Il verde nella citta moderna
Concepto de paisaje y paesistica
Concetto di paesaggio e paesistica
Paesistica y paisaje: definiciones
Paesistica e paesaggio: definizioni
Primeros proyectos
Primi progetti
El árbol, el sistema del verde, la identidad urbana
L’albero, il sistema del verde, l’identità urbana
Identidad de los lugares en el “Plan del sistema del verde y de los equipamientos sociales de Brescia”
Identità dei luoghi nel “Piano del sistema del verde e delle attrezzature sociali di Brescia”
Siena: paisajes de tobas volcánicas, arcillas y calizas
Siena: paesaggi dei tufi, delle crete e dei calcari
Proyectos y prospectivas para el parque de la antigua Vía Appia
Progetti e prospettive per il parco dell’Appia Antica
Antigua Vía Appia y acueductos: ¿qué tipo de parque?
Appia Antica e acquedotti: Quale parco?
Antonio Cederna y la antigua Vía Appia
Antonio Cederna e la via Appia Antica
El agua como recurso y sistema
L’acqua come risorsa e sistema
El sistema histórico-ambiental del área romana como fundamento para su plan director
Il sistema storico-ambientale dell’area romana quale fondamento del suo piano direttore
Naturaleza, sitio, obra: el caso del parque fluvial
Natura sito opera : il caso del parco fluviale
El recurso agua como cuestión central de la relación hombre-territorio y de la planificación
La risorsa acqua come questione centrale del rapporto uomo-territorio e della pianificazione
Aplicación de conceptos y valores
Applicazione di concetti e valori
El proyecto del paisaje
Il progetto di paesaggio
Consecuencias proyectuales del pensamiento sistémico
Conseguenze progettuali del ragionare per sistemi
Ideas y límites de la “puesta en valor” de territorios y paisajes conservando sus valores
Idee e limiti della “valorizzazione” di territori e paesaggi mantenendone i valori
Conclusiones
Conclusioni
La obra de Vittoria Calzolari, profesora, investigadora, urbanista implicada e interesada, sobre todo, en el conocimiento y Proyecto del Paisaje, y a la que no le ha faltado esa proyección pública que la ha vinculado con la practica política, en su calidad de Concejala del Ayuntamiento de Roma en tiempos del inolvidable alcalde Giulio Carlo Argan, constituye una de las aportaciones más destacadas en el campo disciplinar de lo que, de manera genérica, podemos llamar “Paisaje”. Resaltarla, aún más, ha significado, para nosotros, seleccionar, de entre la extensa producción que expresa su intenso trabajo, aquellos artículos que muestran la sucesión de una labor, todavía no interrumpida, en la que podemos observar cómo ha ido construyendo ideas y conceptos de un gran alcance, con las garantías necesarias para ser tomadas en consideración en su vertiente aplicada.
Il lavoro di Vittoria Calzolari, professoressa, ricercatrice, urbanista coinvolta e interessata soprattutto alla conoscenza e al progetto del Paesaggio e alla quale non è mancato l’impegno pubblico legato alla politica attiva, con l’incarico di consigliere del Comune di Roma ai tempi dell’indimenticabile Sindaco Giulio Carlo Argan, costituisce uno dei contributi più importanti in quel campo disciplinare che possiamo definire, genericamente, “Paesaggio”. Metterlo in luce ha significato per noi selezionare, all’interno della sua estesa opera, espressione di una produzione intensa, quegli articoli che mostrano l’evoluzione di una ricerca, non ancora interrotta, grazie alla quale possiamo osservare lo sviluppo di idee e concetti di gran portata sicuri della loro verifica da un punto di vista pratico.
Lo que aquí presentamos no es su obra completa, cosa, como se puede imaginar, imposible de realizar, -tampoco era esa nuestra intención-, sino una selección destacada de la misma, para lo cual hemos contado con su colaboración, bien entendido que la humildad y discreción que la caracterizan han impedido que fuera suya la idea de esta publicación. Hemos sido nosotros, el Instituto Universitario de Urbanística, quienes propusimos a la Profesora Calzolari una empresa semejante. Sólo le pedimos que nos ayudase a proceder a la selección aquí presentada. En su afán por proporcionarle coherencia a la publicación, también cierta idea de continuidad a la obra realizada, nos sugirió un orden a seguir agrupando los artículos seleccionados por “categorías conceptuales” que se han ido elaborando en tiempos concretos. De esta forma, el libro aparece estructurado en cuatro grandes capítulos, cada uno de los cuales aglutina unos artículos concretos, con una intención casi cronológico-conceptual, lo que no quiere decir que hayamos seguido, estrictamente, el orden temporal que hace referencia a la publicación de cada uno de ellos.
Qui non è presentata la sua opera complessiva; come si può immaginare, questo era un compito impossibile da realizzare e lontano dalle nostre intenzioni. Si tratta, al contrario di una selezione attenta, per la quale abbiamo potuto contare sulla sua collaborazione anche se, sia chiaro, l’umiltà e la discrezione che la caratterizzano hanno impedito che l’idea di questa pubblicazione fosse opera sua. Siamo stati noi, l’Instituto Universitario de Urbanística, che abbiamo proposto alla Professoressa Calzolari una simile impresa. Le abbiamo solo chiesto di aiutarci nella selezione qui presentata. Nelle sue indicazioni finalizzate a dare coerenza e una certa idea di continuità alla pubblicazione, ci ha suggerito un ordine da seguire, raggruppando gli articoli selezionati per “categorie concettuali” che sono state elaborate per periodi. In questa forma, il libro si divide in quattro grandi capitoli, ognuno dei quali raccoglie alcuni articoli, con un taglio cronologico-concettuale. Ciò non significa che sia stato seguito strettamente l’ordine di cronologico di pubblicazione di ognuno.
VITTORIA CALZOLARI (1924-2017)
INOLVIDABLE VITTORIA CALZOLARI
Sería el año 1995, con motivo de un viaje a Roma, justificado por una visita Erasmus a los estudiantes de Valladolid que estaban pasando el curso académico en la Universidad de Roma “La Sapienza”, cuando conocí a Vittoria. Fue Paola Falini quien me la presentó, allá en el Departamento de Planificación Territorial y Urbanística que tenía su sede en la vía Flaminia, junto a la Plaza del Popolo. A Paola la había conocido algunos meses antes, en Zamora, a la que invitamos a un curso de verano que la Universidad Complutense de Madrid organizaba en dicha ciudad. Y cito a Paola, refiriéndome a Vittoria, porque las percibí, desde un primer momento, como dos personas, dos profesoras, que se necesitaban mutuamente. Puedo decir, en este sentido, que tanto una como la otra requerían de la estrecha relación que se habían forjado para identificarse y subsistir. Vittoria, más reflexiva, mas romántica, necesitaba del auxilio realista de Paola para caminar con firmeza. Recuerdo, en este sentido, un día que veníamos de la Villa Madama, donde Vittoria había hecho, una vez más, un alarde de sensibilidad e inteligencia, mostrando a sus alumnos los secretos que encerraba dicho monumento, sobre todo, sus jardines. Al volver al centro de Roma, conducía Vittoria un utilitario en medio de una tormenta que se desató por momentos, oscureciendo un medio día como si se tratase de noche cerrada. Las luces del coche, sin embargo, permanecían apagadas, lo que a Vittoria no parecía alertarle, teniendo que ser Paola la que le llamase la atención sobre el peligro que corría.
En aquel primer encuentro, una mañana de diciembre de 1995, en el Departamento de Flaminia, Vittoria me explicó, con todo lujo de detalles, el Plan que habían elaborado, hacía ya algunos años, sobre el Parque del Appia, trabajo, si no el más importante de su carrera, que puede serlo, al menos el más significativo, tanto por su dimensión cultural como, sobre todo, por su importancia de cara a la sistematización, en Roma, del “verde público”. Su idea del paisaje, su conocimiento y proyecto, está estrechamente vinculada al proceso de Planificación Territorial que se alza como garantía, institucional, política y culturalmente hablando, de lo “público”. El Parque del Appia constituye, en este sentido, unas de esas garantías necesarias que deberían procurar a Roma, su realidad aún está por ver, esa cuota de servicios públicos que hiciesen de esta ciudad un lugar habitable. Por ello, para Vittoria, el paisaje no es algo que se vincule, sin más, a la forma del territorio, sino la “…manifestación sensible y perceptiva, en sentido estético, del sistema de relaciones que se determinan en el ambiente biofísico y antrópico, y que caracteriza la relación de las sociedades humanas, y de cada individuo, con el ambiente y con el territorio, con los sitios y los lugares, en los que se desarrollan, habitan y trabajan”. En el Proyecto del Parque del Appia es donde con más rigor, si cabe, se manifiesta esta idea del paisaje como “imagen de la estructura dinámica del territorio”, como producto humano que expresa la diversidad de formas de intervención en un sitio-lugar con el objetivo de procurar la adecuación histórica de lo heredado a necesidades sentidas a lo largo de un dilatado periodo de tiempo.
Lección recibida, aquella mañana de diciembre, en la que, también, percibí a una persona excepcional, poseída de una inteligencia privilegiada, desbordante en su humanidad, acompañando su discurso de unos gestos con los que lograba acreditar sus propios razonamientos. Con una personalidad tan acusada, no podía entenderse su contrario, su compañero de vida, sin una actitud, cuando menos, en consonancia con la fuerza vital de Vittoria. Y así fue como entendí la arrolladora palabra de Mario, su conversación contundente, clara, segura, convincente. Fue ese mismo día, a la tarde, cuando nos reunimos en casa de Paola, donde conocí a Mario. Fue una de las cenas más agradables que he tenido ocasión de disfrutar. Allí estaban Vittoria y Mario, Stefano Garano, al que ya conocía de una visita anterior a Roma, Umberto di Martino, quien sería, en mis años de “sabático” posteriores, un gran compañero de Departamento, por supuesto, Paola y su marido. Blanca y nuestra hija Ana, de tan solo tres años, completábamos el grupo de amigos. Recuerdo, con gran satisfacción, cómo Mario, en un momento de la conversación, citó a Zola como escritor imprescindible para conocer el París del siglo XIX. ¡Ya empezábamos a estar de acuerdo!
De aquel viaje nació la idea volver a Roma para permanecer en esta ciudad, al menos, un año, lo que se verificó, a partir de 1997, con el “sabático” que me concedió la Universidad de Valladolid. Satisfecho con la experiencia, solicité, cinco años más tarde, otra estancia sabática. Y fueron estos años, los dos sabáticos, los cinco intermedios entre ambos y los que restaban hasta 2013, un total de casi 20, en los que se fue fortaleciendo mi amistad con Vittoria, nacida, como no podía ser de otra manera, en torno al Plan del Appia que, con tanto entusiasmo, me mostró en aquella mañana de diciembre de 1995.
A lo largo de todos esos años, pude enriquecerme no sólo de la investigadora infatigable, de la profesora exigente, empezando por ella misma, de la persona culta cuyos encuentros con lo cotidiano no confundían la información con el saber, a favor, siempre, del saber, sino, sobre todo, de la disposición que mostraba hacia todo lo que la rodeaba, de su curiosidad insistente, del hecho que estar ante una persona que irradiaba una crítica amable que no abandonaba nunca el rigor. En Vittoria se reunía todo esto, haciéndote sentir, al mismo tiempo, que no tenías que esforzarte por resultar algo especial para ella. Nunca me sentí inferior a ella, porque su personalidad lo impedía, y eso que había motivos para ello. Su trato era tan sencillo, tan franco, tan natural, que uno no podía menos de pensar que lo mejor que te puede ocurrir en la vida es el encuentro con personas que cultivan la inteligencia, se piense como se piense.
Todo esto nos permitió conocer su Roma, sin complejos, como iguales; encontrarnos en el Parque del Appia; aquel paseo en la barca de su hijo, Francesco, por la costa que recorre Saubadia o el Monte Circeo, con merienda campestre incluida; atendernos como familia, cuando volvíamos a Roma, regularmente, una vez finalizados los “sabáticos”, acompañados de nuestros hijos, a los que tanto Vittoria como Mario colmaban de cariño; tantas visitas a su casa del barrio romano del Parioli, donde los encuentros eran, si cabe, más entrañables aún.
Y luego, antes, afortunadamente, de caer en el sueño del que ya no pudo despertarse, nos permitimos la osadía de emprender la elaboración de un libro en el que se recogía, a manera de compendio antológico, su pensamiento en torno la Paisaje. La propuesta fue mía, pero la estructura del libro, los trabajos y proyectos a incluir, el sentido de la obra, con sus conclusiones, fueron concebidos por ella. Pensando que era una labor, en principio, poco dificultosa, comprobé, a medida que progresaba el trabajo, que para dicho empeño tenía que estar a la altura que exigía Vittoría, lo que me obligó, esta vez sí, a requerirme cierta capacidad que no podía equipararse, por ser de menor entidad, a aquella de la que disponía la propia Vittoria. Al final, el libro vio la luz, acompañado de la muerte de Mario, que no pudo vivir esta dicha para Vittoria, aunque ella sí dispuso del tiempo, apenas unos meses, para agradecer, siempre agradeciendo en su vida, el reconocimiento que le brindábamos. Nuestra intención fue presentar el libro en Roma, en la Academia de España, pero el maldito sueño del alzheimer impuso un silencio incontestable.
Tantas llamadas por teléfono, que manteníamos con cierta frecuencia, quedaron interrumpidas, del mismo modo que se interrumpió, a destiempo, la vida de su hijo Francesco, cuando ella ya estaba fuera de sí, lo que, al menos, le evitó el sufrimiento de ver desaparecer, contra natura, a la persona que había concebido. Es algo muy contradictorio ver a una persona, como Vittoria, privilegiada con una inteligencia que puso al servicio de los demás, sumida en ese sueño artificial que la ha tenido presa en los últimos años de su vida. Agradezco, por ello, a Maria Grazia, la mujer de Francesco, que me permitiese visitarla en uno de mis recientes viajes a Roma, y haberla visto, por última vez, en una pequeña cama que habían colocado en la sala de su casa de Parioli, donde hemos pasado tantos momentos inolvidables. Tampoco olvidaré la última imagen que tengo de ella en aquella ocasión.
Y vino el final. El pasado día 2 de junio falleció, en Roma, nuestra entrañable amiga Vittoria Calzolari. Sumida en un profundo sueño en los últimos años, pero siempre presente, como si su vida no se hubiese extinguido, nunca ha dejado de ser unos de nuestros referentes, científico y, por encima de todo, humano.
Durante el funeral, celebrado el pasado lunes, 5 de junio, en la iglesia de Santa María de Montesanto, en la Plaza del Popolo, sus más allegados amigos tuvimos el privilegio de pronunciar una palabras. Sirvan de homenaje las que le dirigí a ella como despedida y agradecimiento:
“El entusiasmo con el que se enfrentaba Vittoria al espectáculo del paisaje tenía una explicación: Era el encuentro de una persona de cultura con el medio que deseaba transformar desde su conservación. Su cultivado saber, su humildad, que nacía del respeto y comprensión por todo lo que le rodeaba, su infatigable pelear por lo que era justo, apartándose ante el desprecio recibido, sin revancha, con agradecimiento, si cabe, hacían de Vittoria una persona demasiado singular, atenta a la cultura más que a la técnica, comprometida con un mundo que desaparecía, que se mostraba fuera de nuestro control. “Escuchemos a la Profesora”, le decía Petroselli, en sus años de Concejala del Ayuntamiento de Roma. Otra persona de cultura, Petroselli, que deseaba apremiarse de las razones, siempre, culturales de Vittoria. Yo la he sentido de esa manera, paseando por Roma, visitando su queridísimo parque del Appia, escuchando sus intervenciones académicas, valorando, siempre, lo ajeno por encima de sus propios saberes. Meticulosa hasta la extenuación, como tuve ocasión de comprobar cuando estábamos trabajando en el último de sus libros, el que dedicamos, a manera de compendio, a lo más destacado de su obra. Trabajar con ella en esta obra me llenó de satisfacción, hizo de mi un privilegiado testigo de los últimos años de su vida, aquellos en los que aún conservaba su capacidad para pensar. Asistí, entre otras cosas, a la elaboración de su último escrito, aquel que constituía las conclusiones con las que deseaba completar la antología de textos que estructuraban el libro citado. Y fue en esas conclusiones cuando se dejó llevar, una vez más, por los senderos de la cultura para dejar constancia de su necesidad como impulsora del conocimiento. Si ella se entusiasmaba con la persona de Antonio Cederna, unos de sus grandes amigos, por la facilidad que tenía de discurrir en el momento oportuno con la cita literaria que exigía la situación, Vittoria no fue menos en esas conclusiones a las que me refiero. En esta ocasión, de la mano de Passolini. Termina el libro con unas imágenes del Rio Castello, en el entorno de la Torre Chia que restauró Passolini, quien refiriéndose a este paisaje de la Tuscia, así lo cita Vittoria, decía: “Nel paesaggio più bello del mondo, dove l’Ariosto sarebbe impazzito di gioia nel vedersi ricreato con tanta innocenza di querce, colli, acque e botri“ (1966). “Quel che va difeso è tutto il patrimonio nella sua interezza. Tutto, tutto ha un valore…Ciò di cui abbiamo bisogno è di una svolta culturale, un lento sviluppo di coscienza”. Palabras de Passolini que podrían haber sido pronunciadas, perfectamente, por nuestra inolvidable Vittoria.
Y qué decir en lo más personal. Que Mario y Vittoria significaron, para mí, para Blanca, para mis hijos Ana y Antonio, una amistad soñada, un encuentro que apreciamos más allá de convencionalismos. Agradezco el cariño que tenia por nuestros hijos, los encuentros en casa de Paola, la entrañable bondad de Francesco, la inteligencia con la que todo lo observaban, como aquel espectáculo de cigüeñas que tanto impresionó a Vittoria en el viaje que hicimos, junto con Mario, a Salamanca. En fin, agradecerles su sabiduría, tan apreciada por Ana, a quien Mario siempre le impresionó que una niña de once años lo considerase joven a pesar de su más de ochenta años. Pero, a pesar de que todo esto nos lo ha arrebatado el tiempo, permanece preso en la memoria.
Valladolid, junio de 2017
Alfonso Álvarez Mora
*Como homenaje del IUU, dejamos disponibles para descargar las conclusiones del libro a las que hace referencia Alfonso en su texto.
Paesistica – Paisaje. Vittoria Calzolari
Alfonso Álvarez Mora (coord.)
Universidad de Valladolid – Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2012
ISBN 978-84-8448-654-1
344 páginas
17 x 24 cm
Cartoné
Ilustraciones en B/N
Castellano e Italiano
Colección “Arquitectura y Urbanismo”, nº 73
Avda. Salamanca, 18 47014 · VALLADOLID (España) +34 983 184332 iuu@institutourbanistica.com