Hace 25 años se publicó un texto del joven arquitecto Femando Ramón titulado Miseria de la ideología urbanística: Quien lo conoció se vió inexorablemente movido a la reflexión. El librito, de pequeño formato y corto número de páginas, estaba claramente estructurado y su lectura resultaba amena. Su asunto era la crítica ideológica, como la evidente referencia de su título al clásico de Marx (que perdió en las siguientes ediciones) hacía suponer. Pero el libro era también bastante más: era la recuperación del contacto con los textos más notables del urbanismo europeo (curiosa paradoja: la crítica servía para recobrar lo criticado), que desde los años republicanos, con un García Mercadal enardecido, Torres Balbás o tantos otros, se había cegado por completo. Y era también, en los años de la más grave crisis universitaria del franquismo, un incentivo más de la renaciente cultura de la izquierda en el interior del país. ¿Cómo ser, pues, insensible a sus mensajes?. Toda una amplia generación de urbanistas se formó a su sombra, y para muchos de nosotros fue el primer texto que de urbanismo nos hablaba. Era aire nuevo.
¿Qué queda hoy de aquel empuje?. El eco de aquella voz parece lejano cuando, quizá, más vivamente se hace necesario. Todo ha cambiado y muchas creencias se han resquebrajado, y los urbanistas, buscando aún (¡hace ya tantas décadas!) un hueco y una respetabilidad cultural se afanan hoy en tomo a algunas unanimidades básicas; una mano de silencio calla las ideologías y ciertos planteamientos constituyen el acervo legitimador común e indiscutido del planeamiento urbano. Todos, más o menos, aceptamos sin reservas las mismas o semejantes tesis (esencialmente idénticas) sobre la movilidad, la conservación, las densidades, el lugar, la forma urbana…. Releer ahora aquel libro del 68 resulta, para muchos, por ello, heridor. Se ha hecho un huésped incómodo de las bibliotecas. Y muchos no quieren acordarse, ahora que se acuerdan, de lo que entonces dijeron. Quizá sólo este efecto revulsivo bastaría para ponerlo de nuevo en el primer plano.
En este contexto, y con tal intención, llamando a esa incomodidad que esperamos fértil, se presenta la nueva revista de crítica urbanística que bajo el nombre de Ciudades el lector tiene en sus manos. Su periodicidad, anual. Su línea, abierta. Su pretensión, rendir nervio al debate urbanístico, remover los rescoldos que, quizá, arden bajo la ceniza. En este primer núrnero, organizado en tomo a la discusión sobre la ideología urbanística, se reúnen siete artículos de profesionales e investigadores del hecho urbano; y se incluye un fragmento del libro más arriba referido junto a un escrito del propio autor en el que, reposadarnente, recuerda las circunstancias de su redacción. Quisiera, con todo respeto, ofrecer este primer número de Ciudades como reconocimiento al autor, quien desde entonces, fiel a sí mismo como nadie, de forma directa o a través de sus publicaciones y obras, nos ha instado hacia una racionalidad sin desmayos.