Por Real Decreto 375/1982, de 12 de febrero, sobre Rehabilitación de Viviendas, se establece “la posibilidad de dotar de protección oficial a la rehabilitación de viviendas existentes, ampliando el campo tradicional de la actividad de fomento de la Administración Pública, hasta entonces reservada a la vivienda de nueva construcción”, apostando por “la recuperación del patrimonio deteriorado, para ponerlo en niveles adecuados de habitabilidad, evitando el costoso recurso a la construcción de nuevas viviendas”. Decreto que se complementa con aquel otro, 2555/1982, de 24 de septiembre, por el que se “arbitran medidas para la Rehabilitación Integrada del Patrimonio Arquitectónico en Centros Urbanos, Núcleos Rurales y Conjuntos Históricos-Artísticos”, extendiendo “la protección oficial a la rehabilitación de viviendas”.
Desde entonces, hasta hoy día, y a petición de los Ayuntamientos, se han ido delimitando en las ciudades, ya sea en ámbitos periféricos, Conjuntos Históricos o lugares tradicionales, Áreas de Rehabilitación Integrada cuyo objetivo era proceder al saneamiento, mantenimiento y, en general, hacer frente al deterioro que presentaba el patrimonio construido. Y, todo ello, implementando presupuestos, hasta entonces, sólo dedicados a la construcción de nuevas viviendas de Protección Oficial.
El objetivo de esta investigación es comprobar el efecto que han provocado estas Áreas de Rehabilitación Integrada en la recuperación real de nuestro Patrimonio Urbano, ya se trate de Conjuntos Históricos o, en general, de Tejidos Urbanos Tradicionales, si han contribuido a la “creación de ciudad” o, simplemente, a la recuperación parcial de los edificios, contabilizados como tales, uno a uno, sin considerar aquellos otros componentes urbanos, como los “servicios sociales”, “equipamientos” que, junto con las viviendas, conforman el universo indispensable que nos permite pensar que se está procediendo a una Recuperación Urbana.
Nuestro propósito es establecer los caracteres distintivos que deben identificar a la Rehabilitación Urbana como empresa comprometida con el “hábitat” y el “habitar”, es decir, replantearse el rol que la supedita a un “modelo urbano extensivo”, lo que implicaría apostar por la “contención cualitativa” frente a la “extensión cuantitativa”. En este contexto, la Rehabilitación Urbana tiene que superar su componente constructivo-edificatorio, para atender lo que exige la vida urbana. Hipótesis planteadas, siguiendo estos presupuestos, las hemos verificado en Proyectos de Investigación previos a esta nueva propuestas, aunque consideradas en un contexto espacial que abordaba, en su totalidad, el ámbito de los Conjuntos Históricos. En esta ocasión, pretendemos bajar de escala, ir más a lo concreto, adoptando, como campo de experimentación los sectores urbanos desde los que se han implementado las acciones más directas encaminadas hacia la recuperación del patrimonio existente heredado, es decir, las Áreas de Rehabilitación Integrada.