Valladolid en obras: “¿La belleza oculta del bordillo?”
Desde hace una semana hay obras en el tramo en fondo de saco en que termina la calle Pío del Río Hortega, en el barrio de La Huerta del Rey. La necesidad de dichas obras y del proyecto que están ejecutando se nos escapan.
Para algunos podría tratarse de una calle “sobredimensionada”, ya que el tráfico rodado que circula por ella, sobre todo en este último tramo, es relativamente bajo y “lento”. Debido a ello, generosidad de espacio y “almacén abierto” gratuito disponible, se ha convertido de facto en una pequeña bolsa de aparcamiento, complementada con el tramo de la calle Fco. Hernández Pacheco con el que se cruza. La Escuela de Arquitectura y el centro cívico municipal José Luis Mosquera, a un lado y a otro de dicho tramo, son los principales alimentadores de dicho parque automovilístico aunque no son los únicos dada la proximidad al centro.
Las obras aparentemente consisten en ensanchar las aceras y materializar una mediana central para que aparquen vehículos a ambos lados. Tal materialización se está haciendo a base de unos contundentes –y caros- encintados de granito para delimitar una combinación de baldosas de cemento en granates y amarillos. Confiemos en que al menos se termine “amueblando” con algunos bancos y unas macetas –alcorques que inviten a esperar alguna masa vegetal más prominente no se intuyen por ninguna parte-.
No se entrará valorar si es imprescindible o no disponer de tal superficie de aparcamiento rodado. Su demanda y uso es un hecho -aunque la defensa y gestión de una movilidad sostenible también empieza por dificultar la insostenible- y en cualquier caso el resto de la calle ya nutre bien este uso. Pero ‘disponer’ no es lo mismo que materializar, congelar éste en detrimento de otros posibles usos, estancias y tránsitos del espacio público. Esto al fin y al cabo es dirigir de un modo casi único cómo podrá usar la gente el espacio ¿de verdad necesitaba éste urgentemente esa concreción?, ¿alguien lo pidió?, ¿había algún riesgo, de atropello, de orden público…?
Con estas obras se está renunciando a explorar muchas posibilidades y peor aún, a dejar estar otras muchas que ya se daban como sencillo atrio de salida y entrada a las múltiples actividades que en sus frentes concurren, cumpliendo con las reglas de accesibilidad peatonal universal de una forma no condicionada.
Mientras, en otros entornos urbanos que no están pasando por una crisis económica brutal se pintan líneas sobre una capa de pavimento asfáltico, se delimitan espacios con las piedras del camino -y de paso se ganan premios de paisajismo y diseño urbano-.
Necesitamos urgentemente ejercitar y ejercer nuestra capacidad para imaginar un futuro mejor, por pequeño y tangencial que sea el espacio en el que éste pueda empezar a concretarse. A la vista del escenario temporal en que se está transformando nuestra ciudad para los días de Ferias ¿un decorado que invita a pensar –muy tímidamente- que la naturaleza invade la ciudad (véanse fachadas del Calderón, Ayuntamiento, C/ Pasión…)?, se nos ocurre que una simple prolongación del parque poco usado del fondo, con unos árboles ‘de verdad’, unos columpios, unos bancos, podría haber sido más efectiva, barata y de más largo alcance que cualquiera de estas dos obras.
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